Muchas de las cosas que nos rodean fueron sueños en un pasado, sueños que finalmente se materializaron para convertirse en realidad. Puede tratarse, pongamos por caso, de la casa en la que vivimos, la bicicleta que conducimos, un viaje reciente a tierras lejanas, nuestra pareja... Todo empieza en nuestra imaginación, lo que se conoce comúnmente como soñar despierto: algo que deseamos alcanzar y que nos ilusiona, y que desarrollando lo que es justo y necesario para su consecución, terminamos alcanzándolo.
Pero soñar también es un mecanismo relacionado con un lado enigmático que todo ser humano posee, el subconsciente: una parte de nuestra mente que va registrando de forma no consciente (de ahí su nombre) toda una serie de vivencias que vamos experimentando a cada instante. Experiencias que van quedando almacenadas junto con una carga emocional (más o menos importante) y que, comoquiera que sea, tienden a condicionar muchos de nuestros actos cotidianos, sin que, en la mayoría de los casos, nos demos cuenta.
Durante el sueño, mientras dormimos, esa especie de caja negra que es el subconsciente, se abre y se libera (nos limpia) de cualquier posible presión asociada a los acontecimientos vividos recientemente. Por tanto, el subconsciente permite que el individuo alcance realidades que se antojan fuera de su alcance en la vida real. Pero también el subconsciente, merced al sueño, ordena nuestras ideas y les confiere una nueva forma, que acompasa mejor nuestras circunstancias de cada momento (de ahí surge la expresión lo consultaré con la almohada, cuando uno no sabe muy bien lo que es oportuno o se siente confuso).
Veamos a continuación algunos ejemplos (todos ellos basados en casos reales) de cómo el subconsciente opera mediante el sueño, desempeñando una función muy específica en cada caso:
- Una persona con aversión a las cucarachas descubre, inesperadamente, una en la cocina. Entonces, con mucho asco, va y la mata. Luego, esa misma noche, sueña que se queda dormida y que un grupo de cucarachas le suben por todo el cuerpo. Un acontecimiento que le hace experimentar un irrefrenable estado de pánico. Es sabido que una de las mejores maneras de superar los miedos es viviéndolos a fondo (no a medias), es decir, experimentando el puro terror (miedo en grado sumo), sintiendo cómo éste nos estremece y nos sacuden desde lo más profundo de nuestras entrañas. Y eso es, precisamente, lo que le lleva a vivir esta pesadilla al referido sujeto, lo que él nunca se atrevería a hacer: dejar que un grupo de cucarachas le suba por todo el cuerpo. / También cabe reseñar que una de las terapias más socorridas en psiquiatría, ante un paciente con un gran desorden psicoemocional es inducirle al sueño para que su mente se reordene. / Asimismo, uno de los métodos de tortura moderna más utilizados en los interrogatorios (ampliamente utilizado en Guantánamo, por ejemplo) es privar a los detenidos de sus horas de sueño, pues por de pronto les supone un gran sufrimiento, y al cabo de unos días comienzan a trastornarse.
- Un muchacho va en el metro y frente a él se sienta una chica muy atractiva que despierta en él un gran deseo. El chico se siente impelido a acercarse a ella pero la timidez le vence y finalmente, tras un amago, desiste, experimentando a continuación una suerte de frustración. En consecuencia, por la noche experimenta un sueño erótico con la mencionada chica, en virtud del cual consuma su ardiente deseo. En este caso, el sueño viene a liberar a la persona de un deseo reprimido, permitiéndole vivir de forma virtual lo que sus limitaciones (las que uno cree tener, ni más ni menos) le han impedido lograr.
- Alguien se encuentra ante una disyuntiva: permanecer ejerciendo un trabajo seguro y bien remunerado pero que no le llena o aventurarse en uno no tan seguro y peor remunerado pero que le hace mucha ilusión. Sin embargo, por muchas vueltas que le da, la persona no termina de decidirse. Una situación que le genera incertidumbre y desasosiego. Con todo, gracias a un sueño nocturno la persona se encuentra en ese puesto de trabajo que tanto anhela y se siente dichosa y segura de sí misma. Así pues, a la mañana siguiente, superado ya el miedo, resuelve aventurarse en el nuevo trabajo. Aquí podemos comprobar cómo el sueño, a través de la vivencia que lleva asociada, aporta al individuo una nueva perspectiva de la realidad que, en última instancia, le lleva a decidir movido por el amor y no por el temor. Con lo cual, se incrementa su grado de bienestar y de satisfacción.
Son sólo tres ejemplos de cómo los sueños, e incluso las pesadillas, pueden influir en nuestra vida de una forma muy constructiva.
Al fin y al cabo, mientras vivimos un sueño creemos que es cien por cien auténtico., pues una vez sumergidos en él no existe ninguna diferencia entre el mundo real y el onírico. Sabemos que lo vivido ha sido un sueño porque al abrir los ojos nos despertamos en la cama.
Tan simple como eso.
Pero soñar también es un mecanismo relacionado con un lado enigmático que todo ser humano posee, el subconsciente: una parte de nuestra mente que va registrando de forma no consciente (de ahí su nombre) toda una serie de vivencias que vamos experimentando a cada instante. Experiencias que van quedando almacenadas junto con una carga emocional (más o menos importante) y que, comoquiera que sea, tienden a condicionar muchos de nuestros actos cotidianos, sin que, en la mayoría de los casos, nos demos cuenta.
Durante el sueño, mientras dormimos, esa especie de caja negra que es el subconsciente, se abre y se libera (nos limpia) de cualquier posible presión asociada a los acontecimientos vividos recientemente. Por tanto, el subconsciente permite que el individuo alcance realidades que se antojan fuera de su alcance en la vida real. Pero también el subconsciente, merced al sueño, ordena nuestras ideas y les confiere una nueva forma, que acompasa mejor nuestras circunstancias de cada momento (de ahí surge la expresión lo consultaré con la almohada, cuando uno no sabe muy bien lo que es oportuno o se siente confuso).
Veamos a continuación algunos ejemplos (todos ellos basados en casos reales) de cómo el subconsciente opera mediante el sueño, desempeñando una función muy específica en cada caso:
- Una persona con aversión a las cucarachas descubre, inesperadamente, una en la cocina. Entonces, con mucho asco, va y la mata. Luego, esa misma noche, sueña que se queda dormida y que un grupo de cucarachas le suben por todo el cuerpo. Un acontecimiento que le hace experimentar un irrefrenable estado de pánico. Es sabido que una de las mejores maneras de superar los miedos es viviéndolos a fondo (no a medias), es decir, experimentando el puro terror (miedo en grado sumo), sintiendo cómo éste nos estremece y nos sacuden desde lo más profundo de nuestras entrañas. Y eso es, precisamente, lo que le lleva a vivir esta pesadilla al referido sujeto, lo que él nunca se atrevería a hacer: dejar que un grupo de cucarachas le suba por todo el cuerpo. / También cabe reseñar que una de las terapias más socorridas en psiquiatría, ante un paciente con un gran desorden psicoemocional es inducirle al sueño para que su mente se reordene. / Asimismo, uno de los métodos de tortura moderna más utilizados en los interrogatorios (ampliamente utilizado en Guantánamo, por ejemplo) es privar a los detenidos de sus horas de sueño, pues por de pronto les supone un gran sufrimiento, y al cabo de unos días comienzan a trastornarse.
- Un muchacho va en el metro y frente a él se sienta una chica muy atractiva que despierta en él un gran deseo. El chico se siente impelido a acercarse a ella pero la timidez le vence y finalmente, tras un amago, desiste, experimentando a continuación una suerte de frustración. En consecuencia, por la noche experimenta un sueño erótico con la mencionada chica, en virtud del cual consuma su ardiente deseo. En este caso, el sueño viene a liberar a la persona de un deseo reprimido, permitiéndole vivir de forma virtual lo que sus limitaciones (las que uno cree tener, ni más ni menos) le han impedido lograr.
- Alguien se encuentra ante una disyuntiva: permanecer ejerciendo un trabajo seguro y bien remunerado pero que no le llena o aventurarse en uno no tan seguro y peor remunerado pero que le hace mucha ilusión. Sin embargo, por muchas vueltas que le da, la persona no termina de decidirse. Una situación que le genera incertidumbre y desasosiego. Con todo, gracias a un sueño nocturno la persona se encuentra en ese puesto de trabajo que tanto anhela y se siente dichosa y segura de sí misma. Así pues, a la mañana siguiente, superado ya el miedo, resuelve aventurarse en el nuevo trabajo. Aquí podemos comprobar cómo el sueño, a través de la vivencia que lleva asociada, aporta al individuo una nueva perspectiva de la realidad que, en última instancia, le lleva a decidir movido por el amor y no por el temor. Con lo cual, se incrementa su grado de bienestar y de satisfacción.
Son sólo tres ejemplos de cómo los sueños, e incluso las pesadillas, pueden influir en nuestra vida de una forma muy constructiva.
Al fin y al cabo, mientras vivimos un sueño creemos que es cien por cien auténtico., pues una vez sumergidos en él no existe ninguna diferencia entre el mundo real y el onírico. Sabemos que lo vivido ha sido un sueño porque al abrir los ojos nos despertamos en la cama.
Tan simple como eso.
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