Psicosomática profiláctica

A lo largo de numerosos artículos me he referido al binomio compuesto por mente/emociones y enfermedad, a los mecanismos que rigen esta mutua interacción y al estudio de la misma que he llevado a cabo con el tiempo y en función de mi propia experiencia. Por eso mismo, doy por hecho que los/as más veteranos/as lectores/as de Saliment ya estáis familiarizados/as con dicha visión.

Hoy, abundando en estos conceptos, paso a hablaros de una cuestión eminentemente práctica: la prevención de ciertas afecciones comunes, pero desde la esfera de lo psicosomático (el ámbito del que parte toda la cadena de acontecimientos que finalmente derivan en el plano de lo corpóreo).

Así pues, para prevenir.../...es necesario...

El colesterol/Mantener una actitud vital alejada del miedo y cultivar un carácter sereno y apacible (en contraposición a uno ácido o corrosivo). Lo que podríamos denominar, en toda regla, un carácter alcalino. Porque el colesterol surge como un mecanismo de defensa del organismo para proteger los vasos sanguíneos de una sangre excesivamente ácida. La cual, proviene de una alimentación inadecuada (exceso de comestibles artificiales o refinados+combinación incorrecta de alimentos+hábitos inapropiados).

El resfriado/Básicamente, mantener el corazón caliente, evitar la frialdad (enfriamiento), actuar con amor (calidez). Expresar la ira (no con violencia, sino de forma creativa o constructiva) si ésta aparece, o bien transformarla en algo inocuo. Eso evitará la fiebre (lo que nos calienta en exceso y no expresamos). La mucosidad (viscosa) se previene cuando conseguimos no darle muchas vueltas (tantas como para hacer un ajoaceite) a ciertos pensamientos tóxicos (que acrecientan nuestro malestar). Evitaremos la tos si evitamos situaciones contraproducentes (tóxicas) en nuestras relaciones (tipo 1+1 ó pareja) con los seres más cercanos.

El dolor de cabeza/Viviendo de un modo más amable las situaciones o la relación con las personas que nos dan quebraderos de cabeza. Y evitando darle muchas vueltas a ciertos pensamientos, ideas o puntos de vista que nos causan dolor. Porque muchas veces, el dolor de cabeza discurre asociado a una presión arterial alta, lo que delata un estado frecuente de alerta, de estar a la defensiva, o de miedo a perder la propia integridad/identidad. Algo que se evita al desarrollar la fe (en uno mismo), la confianza (en los demás, en el devenir), y, en general, la autoestima.

El estreñimiento/Aprendiendo a soltar, a deshacernos (en vez de retener) de nuestros excrementos (la porquería, lo que nos sobra -por cuanto que ya es inservible o perjudicial-), es decir, de actitudes contraproducentes (para con nosotros o para con los demás), de puntos de vista obsoletos, de ideas rancias o pensamientos sucios.

La miopía/Observar la realidad con lentes de aumento (como lupas, para poder apreciar lo pequeño, los detalles que pudieran pasar desapercibidos) que nos permitan ver más allá de nuestras narices, es decir, más allá de nosotros/as mismos/as. Trascendiendo el egotismo y el egoísmo. Comprendiendo que no estamos solos en el mundo, que hay gente a nuestro alrededor (aunque no veamos tres en un burro) que merece nuestra atención, nuestro respeto y nuestra deferencia. Seres humanos como nosotros, no distintos a nosotros.

La caída del cabello/Dejar de tomar(nos) el pelo. Dejar de engañar(nos). Volviéndonos más auténticos, más sinceros y más transparentes (para que no se nos transparenten las ideas), como los niños (ninguno es calvo). Desarrollando la fuerza (como la de Sansón) y adentrándose en la libertad, en vez de alimentar la debilidad (la que le hizo subyugarse a Dalila, plegándose a su perversión) y la dependencia. Reforzando el polo masculino (consustancial a hombres y mujeres): el valor, la asertividad, la fe (autoconfianza), la determianción, el coraje; y el espíritu de lucha, de superación y de conservación.

El Alzheimer/Aprendiendo a olvidar (perdonar) lo que no es grato, las ofensas, las humillaciones, las agresiones vividas en la propia piel. Evitando el rencor y el resentimiento mediante la comprensión y la compasión (ponerse en la piel del otro). Siendo como los niños pequeños: que a veces se pelean pero que enseguida se reconcilian... y ya han olvidado el mal trago vivido.

El cáncer/Desarrollando el sentimiento de unidad frente al de individualidad. Comprendiendo que somos células que tenemos la opción de contrbuir positivamente al sistema del que formamos parte (el organismo/la sociedad), o bien ir a nuestro aire y aprovechándonos de los recursos del mismo para lograr fines perversos (un fin perverso puede ser, tanto pretender construir una urbanización en un antiguo bosque de pinos centenarios, como refugiarse uno en una depresión durante años para evitar afrontar una situación que le infunde un gran temor; por ejemplo). Cultivando el perdón frente al resentimiento (el resentimiento es eso que nos va devorando lentamente, tal cual hace el cáncer en su implacable avance -cáncer en latín significa cangrejo, un animal que devora su comida muy lentamente; y un animal que camina hacia atrás, como una persona camina hacia atrás, que mira al pasado, por miedo, en vez de caminar con valor hacia delante, hacia lo desconocido-). Propiciando el intercambio (osmosis inversa) con el medio que nos rodea (las cosas y los seres), en vez de vivir en nuestra propia burbuja (tal cual, es un tumor, cuyo sumo grado de aislamiento del entorno le lleva a nutrirse del gas venenoso de la fermentación, en vez de hacerlo del fresco oxígeno del exterior).

El miedo/Cultivando el amor en cualquiera de sus facetas (comprensión, respeto, confianza, tolerancia, saber escuchar, ternura, etc), pero, sobre todo, la autoestima (amor propio) y la fe (en uno mismo y en el devenir). Evitando mirar atrás (el pasado) y procurando abrazar (integrar) aquello que nos despierta rechazo. Abriéndonos a lo desconocido, a lo inexplorado a lo novedoso. Además, en lo más profundo de todo miedo subyace el miedo a la muerte, a la muerte del Yo, de nuestra personalidad (eso que llamamos Carlos, Paula, Luis, Celia...). Un sentimiento que se va desintegrando en tanto en cuanto nos alejamos del egocentrismo y nos adentramos en una visión global (holística) de la realidad, la que nos lleva a vernos, junto con los demás, como parte de un todo mayor.

Comentarios