Matizaciones alimenticias

Siempre digo que, al menos para mí, hay algo más valioso que lo que podamos leer o escuchar de terceros: nuestra propia experiencia. Y la que yo he ido adquiriendo a lo largo del tiempo me ha confirmado que no siempre son del todo ciertas determinadas cuestiones que se divulgan en torno a la alimentación. Por ejemplo, se dice que es muy saludable:

- El aceite de oliva. Sí, pero en pequeñas dosis, y si no está refinado. De lo contrario, se convierte en una sustancia altamente mucógena y obstaculizante para la circulación sanguínea.
- El vinagre de manzana. Pero no añadido a la comida (lo que entorpece la digestión y provoca fermentaciones) sino diluido con agua y en ayunas. Así es un buen depurativo. Aunque, en mi opinión, no mejor que el zumo de limón.
- La fruta. Siempre y cuando se pele la que posea una piel que no se deshaga en la boca, y mientras que no se cocine (a excepción de la manzana) ni se mezcle con otros alimentos. Nunca es saludable si se toma como postre; mejor, entre horas.
- Los frutos secos. Efectivamente, pero han de ser crudos y en cantidad moderada, ya que son muy nutritivos.
- El mijo. Maravilloso cereal, pero requiere de ciertas cantidades de calcio para ser metabolizado. Así pues, conviene acompañarlo de alimentos ricos en ese mineral.
- La quinoa. También estupenda. Aunque conviene enjuagarla antes de cocinarla para quitarle las saponinas (unas sustancias perjudiciales para el organismo).
- La avena. Magnífico cereal para la piel y el sistema nervioso, pero del que no es oportuno abusar porque tiende a crear bastante mucosidad (especialmente, la harina y los copos).
- El pan. Mejor el de espelta que el de trigo. Y si es tierno, tened en cuenta que la miga es rica en almidón, por lo que tenderá a fermentar y a engordar a quien sea propenso a ello. Para estos casos, es más saludable el pan tostado. Y, por supuesto, que sea integral.
- Las legumbres. Desde luego, son bastante nutritivas, pero tienen el gran inconveniente de que resultan indigestas, o, cuanto menos, pesadas. No obstante, existe un truco que lo remedia: ponerlas a remojo durante cinco días, cambiándoles todos los días el agua. Este sencillo truco desencadena un proceso interno de germinación que transforma los nutrientes (proteínas en aminoácidos y almidones en azúcares sencillos), haciéndolas más fáciles de digerir y más asimilables.
- La soja. Pero como la comían los chinos antiguamente: germinada, al vapor y en cantidad siempre muy moderada.
- El agua. Cuanto más pura, más lo agradecerá vuestro organismo. Si es mineral, mejor que sea de mineralización débil. La del grifo es nefasta (por lo menos, la de Valencia). La osmosis inversa es una opción interesante para purificarla. El tomar grandes cantidades al día puede ser muy beneficioso para algunas empresas pero no para el organismo. Lo razonable, en principio, es beberla cuando se tiene sed.

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