Combinatoria de alimentos

La literatura existente en torno a cómo deben combinarse los alimentos es muy profusa y variopinta, pero ni siquiera dentro de una misma corriente dietética, y a propósito de esta interesante cuestión, existe suficiente consenso entre sus distintos autores e investigadores.

Este es un asunto, el de la correcta combinación de los alimentos, que hace más de quince años llamó mi atención. Fue por aquel entonces cuando comprendí la importancia de mezclarlos adecuadamente para poder aprovechar de forma óptima sus nutrientes. Por lo que, seguidamente, empecé a leer a los más prestigiosos autores en la materia (Ams, Diamond, Mérien). Pero claro, ¿cómo saber si algo es cierto o no lo es cuando distintos expertos en un tema expresan posturas divergentes o, cuanto menos, no coincidentes al cien por cien? Evidentemente, a través de la experiencia; es decir, investigando.

Os pondré un ejemplo: muchos autores sostienen que la manzana es un alimento que se puede combinar, prácticamente, con cualquier otro. Y algo (sólo algo) de verdad hay en ello. Pero la gran mayoría de personas a las que les he preguntado me aseguran que las ensaladas a las que no les añaden manzana les sientan mucho mejor (no les producen gases, por ejemplo) que aquéllas a las que sí les añaden. Algo que no hace sino confirmar mi propia experiencia.

Como también hay quienes aseguran que es mucho mejor comer juntos cereales y legumbres, para que se refuercen mutuamente a nivel nutricional. Sin embargo, todas las personas (sin excepción) a las que he investigado y que habitualmente mezclaban cereales con legumbres (arroz con lentejas, por ejemplo) me han corroborado que se sienten mucho mejor cuando los disocian, comiendo cereales y legumbres en comidas distintas.

Y es que hay algo mejor en la vida que leer a un experto y creer ciegamente lo que asevera: experimentar uno por sí mismo y contrastar esa experiencia con otras personas que hayan vivido experiencias semejantes. De ahí, y del tiempo, es de donde surge la verdadera ciencia de lo empírico (aquélla que se basa en la experiencia y no en teorías). Por eso, la experiencia, en cualquier ámbito de la vida, es esencial para llegar a la verdad (la verdad es, simplemente, aquello que nos beneficia sin perjudicar a nada ni a nadie).

A lo largo de estos más de quince años de experiencias he tenido múltiples ocasiones de confirmar mis conclusiones, ya que existe una manera muy eficaz de constatar si una determinada combinación de alimentos es perjudicial para la salud o no: probando dichas combinaciones en personas con tendencia a engordar. Porque cuando una combinación de alimentos no es correcta, éstos no se digieren adecuadamente, por lo que en el proceso digestivo se generan toxinas (y, a menudo, gases malolientes). Toxinas que posteriormente, en la persona con tendencia a engordar, se convertirán en grasas perfectamente visibles (en forma de tejido adiposo).

Por consiguiente, a tenor de mi experiencia, y a modo de ejemplo, no os recomiendo mezclar (especialmente, a quienes padezcan de sobrepeso) en una misma comida:

- carne con patatas,
- tomate con vinagre o con limón,
- distintos tipos de cereales,
- un surtido de frutos secos,
- fruta con otros alimentos,
- arroz con guisantes,
- tortilla de patata,
- salsas de soja con legumbres,
- plátano con kiwi o con naranja.

Sin embargo, combinan perfectamente:

- carne con verduras salteadas,
- tomate con aguacate,
- vinagre con una ensalada sólo de vegetales y sin tomate,
- arroz con pimientos o con berenjena,
- guisantes con zanahorias,
- tortilla de calabacín o de cebolla,
- kiwi con naranja,
- plátano solo (y, preferiblemente, maduro).

Pero insisto, lo mejor, siempre: experimentar.

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