Me resulta curioso: que las comúnmente conocidas amalgamas de plata, utilizadas para empastar las piezas dentales, contengan un porcentaje del 50% de mercurio y un 35% de plata (más un poco de estaño, cobre y zinc), y, sin embargo, se denominen amalgamas de plata y no amalgamas de mercurio. ¿Tal vez porque todo el mundo sabe que el mercurio es un metal altamente tóxico y, por consiguiente, denominarlas amalgamas de mercurio podría crear desconfianza o recelo en la gente?
El caso es que ha existido, y todavía existe en la actualidad, una gran controversia en torno a si estas amalgamas dentales resultan o no perjudiciales para la salud, un hecho que ha generado división entre los dentistas de todo el mundo. Porque de un lado están los que defienden su uso argumentando que el mercurio en estos empastes se queda bien adherido al diente (aunque luego, con el tiempo, pueden desprenderse y tragarse algunos trozos) y que, en cualquier caso, la cantidad del mismo es tan pequeña (la homeopatía funciona y lo hace a dosis infinitesimales) que no comporta riesgos para la salud. De otro, quienes aseguran que es inequívocamente perjudicial, argumentando las desagradables consecuencias que miles y miles de pacientes ya han padecido.
Para el Gobierno de Suecia, por ejemplo, éste no ha sido un asunto trivial, ya que hace años decidió prohibir la colocación de amalgamas dentales en embarazadas, debido no sólo a la capacidad del mercurio para atravesar la barrera hematoencefálica y llegar finalmente al cerebro sino, también, para atravesar la membrana de la placenta.
La FDA norteamericana, por su parte, (equivalente, nada más y nada menos, a nuestro Ministerio de Sanidad) ha obligado en algunos estados de EEUU a que los dentistas pidan un consentimiento por escrito a sus pacientes, antes de aplicar amalgamas de mercurio en sus dientes, donde se advierte sobre los riesgos que esto implica.
Asimismo, la Comisión Europea indica que el plomo y el mercurio pueden afectar al cerebro y al sistema nervioso, y son particularmente peligrosos para las embarazadas y los niños pequeños.
Existe un libro muy interesante titulado Envenenamiento por Mercurio de las Amalgamas Dentales - Un Peligro para el Cerebro Humano escrito por el Dr. Pratrick Stortebecker, M. D., Ph. D. profesor asociado de neurología del Instituto Karolinska de Estocolmo (es la institución universitaria de alta educación en medicina más grande del mundo. Un comité de dicho instituto es el encargado de la designación del Premio Nobel de Fisiología o Medicina).
Los síntomas de la intoxicación por mercurio (no necesariamente debidos a las amalgamas sino a cualquier otra fuente que lo contenga) se pueden encontrar en cualquier libro o tratado de toxicología o de medicina legal, y pueden consistir en (no tienen por qué acontecer en un individuo todos los síntomas de la lista):
- anemia,
- cardenales al menor golpe,
- debilidad,
- depresión (recurrente o no),
- dolores artítricos, de cabeza (cada vez más intensos) o en la parte inferior de la espalda;
- encías sangrantes,
- entumecimiento de las extremidades,
- falta de coordinación motora,
- fatiga anormal, cansancio extremo durante el día;
- insomnio y somnolencia diurnos,
- lesiones hepáticas o renales
- movimiento ocular incontrolable,
- pérdida del apetito, memoria, audición, visión lateral, cabello;
- pesadillas,
- piorrea,
- pulsaciones cardíacas irregulares,
- reacciones alérgicas,
- sabor metálico en la boca,
- trastornos sexuales,
- temblores,
- vértigos.
Muchos autores (en Internet podréis encontrar cumplida información al respecto; sobre todo, en inglés) relacionan la intoxicación por mercurio con enfermedades como el trastorno bipolar (Dr. Gerald H. Smith), Alzheimer (Dr. Murray Vimy, un investigador dental de la University of Calgary, Canadá, y miembro de la OMS), fibromialgia, etc.
Me llama la atención que uno de los posibles efectos secundarios por intoxicación mercurial sea la tendencia suicida y que, precisamente, de entre todas las profesiones más habituales, aquéllas en las que más individuos se suicidan sean, en este orden: dentistas, psiquiatras, farmacéuticos, enfermeros y granjeros; probablemente, debido a los productos químicos con los que entran en contacto (algunos de los cuales pueden provocar serias alteraciones del sistema nervioso).
¿Cuál es mi experiencia en relación con este asunto?
He tenido ocasión de encontrarme con bastantes personas (dos de ellas, dentro de mi familia) con síntomas de intoxicación por mercurio. A algunas de ellas les recomendé que sustituyeran (lo hacen en la mayoría de clínicas dentales) los empastes de amalgama de plata-mercurio que tuvieran en la boca por otros de material biocompatible y no tóxico (al menos, comparativamente con el mercurio), como las cerámicas o el composite. Pues bien, TODAS esas personas (incluyendo las dos de mi familia) me comunicaron una gran, o incluso espectacular, mejoría, ya a los pocos días de la sustitución. A lo que yo me pregunto: ¿no es éste un hecho que demuestra, empírica e implícitamente, la alta toxicidad del mercurio contenido en las amalgamas bucales?
Esto me recuerda a los casos de viviendas o edificios donde se ubican antenas de repetición de telefonía móvil, o con torres de alta tensión cercanas. Desde el momento en que se instalan, algunos vecinos comentan que empiezan a padecer diversos trastornos, como alteraciones del sueño, insmonio, irritabilidad, dolores de cabeza; incluso, más a largo plazo, tumoraciones o cáncer. Y, pese a ello, quienes poseen intereses económicos en estos dispositivos, no quieren asumir lo que es palpable, argumentando que no existen estudios científicos concluyentes al respecto (sí que los hay sobre animales de laboratorio, así que no haría falta que se llevaran a cabo sobre seres humanos para que algunos se convencieran). Sin embargo, cuando determinadas resoluciones judiciales obligan a la desinstalación de dichas antenas o torres, la salud de los afectados, inmediatamente, comienza a mejorar. Quizá por eso, en muchos municipios de nuestro país existe una moratoria para la ubicación de estos artefactos en las viviendas o cerca de ellas.
Otra pregunta importante sería: dado que el mercurio es un metal altamente tóxico, que se va acumulando en el organismo y que tiende a quedarse en él durante tiempo indefinido, ¿cómo podemos eliminarlo de forma natural?
Mi recomendación:
- aumentando la ingesta de fruta y verdura crudas (ensaladas) y de sus zumos,
- tomando germinados (añadidos a las ensaladas), sobre todo, de alfalfa;
- el zumo (de licuadora) de manzana, zanahoria, tallo de apio y un poco de limón es óptimo para desintoxicar el organismo;
- incluyendo algas en las ensaladas,
- tomando cereales integrales; sobre todo: avena, mijo, quinoa, amaranto y espelta;
- tomando yogures de soja con lactobacilos,
- tomando pasta de sésamo (tahin) a razón de una cucharadita en la ensalada,
- la pectina de la manzana y la vitamina E del aguacate ayudan a sacar el mercurio de los tejidos y a contrarretar sus efectos secundarios.
El caso es que ha existido, y todavía existe en la actualidad, una gran controversia en torno a si estas amalgamas dentales resultan o no perjudiciales para la salud, un hecho que ha generado división entre los dentistas de todo el mundo. Porque de un lado están los que defienden su uso argumentando que el mercurio en estos empastes se queda bien adherido al diente (aunque luego, con el tiempo, pueden desprenderse y tragarse algunos trozos) y que, en cualquier caso, la cantidad del mismo es tan pequeña (la homeopatía funciona y lo hace a dosis infinitesimales) que no comporta riesgos para la salud. De otro, quienes aseguran que es inequívocamente perjudicial, argumentando las desagradables consecuencias que miles y miles de pacientes ya han padecido.
Para el Gobierno de Suecia, por ejemplo, éste no ha sido un asunto trivial, ya que hace años decidió prohibir la colocación de amalgamas dentales en embarazadas, debido no sólo a la capacidad del mercurio para atravesar la barrera hematoencefálica y llegar finalmente al cerebro sino, también, para atravesar la membrana de la placenta.
La FDA norteamericana, por su parte, (equivalente, nada más y nada menos, a nuestro Ministerio de Sanidad) ha obligado en algunos estados de EEUU a que los dentistas pidan un consentimiento por escrito a sus pacientes, antes de aplicar amalgamas de mercurio en sus dientes, donde se advierte sobre los riesgos que esto implica.
Asimismo, la Comisión Europea indica que el plomo y el mercurio pueden afectar al cerebro y al sistema nervioso, y son particularmente peligrosos para las embarazadas y los niños pequeños.
Existe un libro muy interesante titulado Envenenamiento por Mercurio de las Amalgamas Dentales - Un Peligro para el Cerebro Humano escrito por el Dr. Pratrick Stortebecker, M. D., Ph. D. profesor asociado de neurología del Instituto Karolinska de Estocolmo (es la institución universitaria de alta educación en medicina más grande del mundo. Un comité de dicho instituto es el encargado de la designación del Premio Nobel de Fisiología o Medicina).
Los síntomas de la intoxicación por mercurio (no necesariamente debidos a las amalgamas sino a cualquier otra fuente que lo contenga) se pueden encontrar en cualquier libro o tratado de toxicología o de medicina legal, y pueden consistir en (no tienen por qué acontecer en un individuo todos los síntomas de la lista):
- anemia,
- cardenales al menor golpe,
- debilidad,
- depresión (recurrente o no),
- dolores artítricos, de cabeza (cada vez más intensos) o en la parte inferior de la espalda;
- encías sangrantes,
- entumecimiento de las extremidades,
- falta de coordinación motora,
- fatiga anormal, cansancio extremo durante el día;
- insomnio y somnolencia diurnos,
- lesiones hepáticas o renales
- movimiento ocular incontrolable,
- pérdida del apetito, memoria, audición, visión lateral, cabello;
- pesadillas,
- piorrea,
- pulsaciones cardíacas irregulares,
- reacciones alérgicas,
- sabor metálico en la boca,
- trastornos sexuales,
- temblores,
- vértigos.
Muchos autores (en Internet podréis encontrar cumplida información al respecto; sobre todo, en inglés) relacionan la intoxicación por mercurio con enfermedades como el trastorno bipolar (Dr. Gerald H. Smith), Alzheimer (Dr. Murray Vimy, un investigador dental de la University of Calgary, Canadá, y miembro de la OMS), fibromialgia, etc.
Me llama la atención que uno de los posibles efectos secundarios por intoxicación mercurial sea la tendencia suicida y que, precisamente, de entre todas las profesiones más habituales, aquéllas en las que más individuos se suicidan sean, en este orden: dentistas, psiquiatras, farmacéuticos, enfermeros y granjeros; probablemente, debido a los productos químicos con los que entran en contacto (algunos de los cuales pueden provocar serias alteraciones del sistema nervioso).
¿Cuál es mi experiencia en relación con este asunto?
He tenido ocasión de encontrarme con bastantes personas (dos de ellas, dentro de mi familia) con síntomas de intoxicación por mercurio. A algunas de ellas les recomendé que sustituyeran (lo hacen en la mayoría de clínicas dentales) los empastes de amalgama de plata-mercurio que tuvieran en la boca por otros de material biocompatible y no tóxico (al menos, comparativamente con el mercurio), como las cerámicas o el composite. Pues bien, TODAS esas personas (incluyendo las dos de mi familia) me comunicaron una gran, o incluso espectacular, mejoría, ya a los pocos días de la sustitución. A lo que yo me pregunto: ¿no es éste un hecho que demuestra, empírica e implícitamente, la alta toxicidad del mercurio contenido en las amalgamas bucales?
Esto me recuerda a los casos de viviendas o edificios donde se ubican antenas de repetición de telefonía móvil, o con torres de alta tensión cercanas. Desde el momento en que se instalan, algunos vecinos comentan que empiezan a padecer diversos trastornos, como alteraciones del sueño, insmonio, irritabilidad, dolores de cabeza; incluso, más a largo plazo, tumoraciones o cáncer. Y, pese a ello, quienes poseen intereses económicos en estos dispositivos, no quieren asumir lo que es palpable, argumentando que no existen estudios científicos concluyentes al respecto (sí que los hay sobre animales de laboratorio, así que no haría falta que se llevaran a cabo sobre seres humanos para que algunos se convencieran). Sin embargo, cuando determinadas resoluciones judiciales obligan a la desinstalación de dichas antenas o torres, la salud de los afectados, inmediatamente, comienza a mejorar. Quizá por eso, en muchos municipios de nuestro país existe una moratoria para la ubicación de estos artefactos en las viviendas o cerca de ellas.
Otra pregunta importante sería: dado que el mercurio es un metal altamente tóxico, que se va acumulando en el organismo y que tiende a quedarse en él durante tiempo indefinido, ¿cómo podemos eliminarlo de forma natural?
Mi recomendación:
- aumentando la ingesta de fruta y verdura crudas (ensaladas) y de sus zumos,
- tomando germinados (añadidos a las ensaladas), sobre todo, de alfalfa;
- el zumo (de licuadora) de manzana, zanahoria, tallo de apio y un poco de limón es óptimo para desintoxicar el organismo;
- incluyendo algas en las ensaladas,
- tomando cereales integrales; sobre todo: avena, mijo, quinoa, amaranto y espelta;
- tomando yogures de soja con lactobacilos,
- tomando pasta de sésamo (tahin) a razón de una cucharadita en la ensalada,
- la pectina de la manzana y la vitamina E del aguacate ayudan a sacar el mercurio de los tejidos y a contrarretar sus efectos secundarios.
Tomando selenio.
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