Libertad

Alguna vez he escuchado eso de que el ser humano nace libre, y que luego, con el paso del tiempo, deja de serlo. Un punto de vista con el que no coincido.

Me parece evidente, más que evidente, que el ser humano no nace libre. Porque no es libre quien es dependiente. Y un bebé es el ser más dependiente que existe. Depende completamente de su madre (o de una nodriza) para subsistir. Unas pocas horas alejado de ella, de hecho, y cualquier peligro podría amenazar seriamente su vida.

Luego, cuando se es niño, hay que empezar a cumplir toda una serie de normas y de reglas: en casa, en el colegio, cuando se va a los sitios de visita... Y entonces, un buen día, llega la adolescencia, la época de la rebeldía. Pesan las normas, las leyes, y el individuo va ganando algo de independencia, pero, aun así, anhela mayores cotas de libertad. Busca expresar a toda costa (y no siempre lo consigue) lo que verdaderamente lleva dentro: lo que en realidad uno siente que es.

En el mejor de los casos, si el/la muchacho/a se emancipa a los veintitantos, si logra alcanzar la independencia económica (lo cual, ya es un gran logro), todavía le queda mucho terreno por conquistar. Porque se puede ser independiente económicamente, se puede disfrutar de independencia de criterio, pero existen múltiples factores que pueden mermar nuestra humana y plena LIBERTAD (esa que se escribe con mayúsculas). Por ejemplo:

- el hábito de fumar, de beber alcohol sistemáticamente o cualquier otro tipo de droga (el juego, determinados programas de televisión, algunos alimentos adictivos -como la Coca Cola, los dulces refinados o el chocolate-), que, comoquiera que sea, alteran nuestra forma de ser y de actuar, impidiéndonos ser genuinos;
- la dependencia emocional, que se puede experimentar en la interacción con determinados sujetos (que nos gratifican o reconfortan con placer, con cariño o con atención);
- el no salir de casa si no es llevando ciertos amuletos protectores (crucifijos, amatistas, etc.),
- el apegarse férreamente a una ideología, a una doctrina o a una pauta de conducta y no cuestionársela jamás;
- el no superar ciertos mecanismos inhibidores de nuesta voluntad, como el temor, y vivir siempre condicionados por ellos;
- el tener deudas (con un banco, con una financiera o con alguien),
- el vivir subyugado por el me sabe mal o por el qué dirán,
- el anular o el menoscabar el criterio propio en favor de aquel de la comunidad o grupo del cual uno forma parte (familia, asociación, religión, amistades, partido político, etc.).

A decir verdad, la lista sería inacabable, pues son incontabes los elementos en la vida de una persona que pueden condicionar sus actos, impidiéndole ser completamente libre. Es por eso que la conquista de la LIBERTAD implica toda una larga serie de sucesivas liberaciones. Porque, para ser libre, hace falta librarse de lo que a uno le sobra. Y a uno le sobra, sencillamente, aquello que le impide ser uno mismo: acaso la cosa más importante a la que podemos aspirar en la vida.

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