
Recuerdo aquella serie con un enorme cariño, y, más aún, a su protagonista: una chiquilla huérfana que es llevada a la edad de cinco años a vivir con su abuelo, un ermitaño que habita una cabaña situada en los Alpes suizos.
Lo que no recuerdo bien es cuántas veces me hizo llorar esta hermosa criatura. Pero fueron muchas, os lo aseguro. Y no era para menos, porque resultaba muy emocionante verla manejarse con tanto cariño y tanta dulzura, tan resuelta y armoniosamente, en las más variopintas situaciones de su vida cotidiana. A mí, al menos, me llegaba muy adentro.
Es curioso, porque hace poco tuve oportunidad de atestiguar cómo la hija de un amigo mío, con apenas ocho años, soltaba alguna lágrima viendo uno de los capítulos. Así que algo tendrá nuestra protagonista de hoy, que tanto, y tan intensamente, mueve los corazones de las personas. Seguramente sea porque está llena de amor. Amor por las personas y amor por la Naturaleza. De amor, sí, y de todas esas facetas que lo componen (comprensión, amabilidad, dulzura, tolerancia, cariño, respeto...). ¿Acaso hay algo en el Universo que mueva más a un ser humano?

Probablemente, encontraréis los DVDs de la serie en grandes almacenes y superficies, y, por supuesto, a través de Internet.
Si queréis ver y recordar cómo empezaban los capítulos, haced clic AQUÍ. Y que lo disfrutéis.
Comentarios
Publicar un comentario