
Aunque el trigo sarraceno no es propiamente un cereal (en realidad, pertenece a la familia de las poligonáceas), posee grandes semejanzas con las gramíneas. Por eso suele incluirse en la lista de cereales cuando uno habla de ellos. El trigo sarraceno, de hecho, también se prepara y se come como un cereal. Bastan entre 12 y 15 minutos de cocción para que esté listo. ¿Con qué combinarlo? Con cualquier alimento con el que combinaríais el arroz.
Efectivamente, el trigo sarraceno es como una pirámide de base triangular (tetraedro), y quizá por eso sea, con diferencia, el cereal más energético de todos. Realmente, se nota cuando comes un plato. Sientes en pocos minutos la energía que proporciona. El trigo sarraceno es, pues, un auténtico sinónimo de fuerza.
A quien lo tome, le aportará generosas cantidades de rutina (ideal para mejorar la fragilidad capilar asociada a las varices, hemorragias y para reducir los trastornos circulatorios). Además, un amplio surtido de vitaminas del grupo B (excelentes, por ejemplo, para mantener en buen estado el sistema nervioso), hierro, magnesio, flúor, fósforo, ácidos oleicos (reducen el colesterol) y aminoácidos (más aún que la avena). Es, por si esto fuera poco, el cereal más nutritivo de todos cuantos existen.
A los celíacos les interesará saber, asimismo, que no contiene gluten, por lo que pueden comerlo tranquilamente.
En lo relativo a sus efectos no físicos: el trigo aporta fuerza mental y equilibrio emocional, incrementa la capacidad de concentración y contribuye a atenuar los estados de tristeza y depresión. Y ayudará a quien esté un tanto desconectado de la realidad a poner los pies en el suelo.
¿Veis cómo algunas pirámides sí que se pueden comer? Ya os lo decía yo.
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