Afirmaciones positivas

¿Cómo podemos saber si algo que nos cuenta alguien funciona o no? Evidentemente, probándolo, experimentándolo, viviéndolo. Una idea, un método o una técnica son útiles si producen resultados satisfactorios. Y esos resultados podemos experimentarlos y medirlos.

Quizá, en alguna ocasión, habéis oído decir que los seres humanos somos como imanes, y que en cada momento de nuestras vidas vamos atrayendo lo que es afín a nosotros. Según este principio, lo negativo atraerá a lo negativo y lo positivo atraerá a lo positivo.

No es una teoría. Es realidad. Si no, fijaos en vuestro alrededor, en vuestros objetos personales, en vuestra casa, en vuestra habitación, vuestra ropa, vuestro vehículo, vuestros amigos... ¿Acaso no los habéis elegido por afinidad? Seguro que, en mayor o menor medida, esos objetos y pertenencias, o seres allegados, los elegimos porque de una manera u otra tienen algo semejante a nosotros. Son reflejo de lo que somos. En ellos hay algo de nosotros: una forma, un color, una textura, un sonido; o una manera de pensar, de sentir... Lo que elegimos, lo que hacemos nuestro, es nuestro reflejo, nuestro espejo. Y lo mismo sucede con nuestros pensamientos. ¿Os habéis dado cuenta de que cuando nos sentimos bien tendemos a atraer a personas y a situaciones agradables? Y al contrario: atraemos lo desagradable cuando nos introducimos en la espiral de lo negativo.

Entonces, ¿da lo mismo tener pensamientos negativos o positivos en la mente? ¿Es indiferente? ¿Nuestras vidas son las mismas tanto si estamos constantemente pensando en cosas desagradables, estresantes o frustrantes como si pensamos en cosas agradables, constructivas y divertidas?

Cuando compráis un ordenador sólo vienen con él los programas básicos e imprescindibles para que la máquina pueda serviros pero el cómo uséis esos programas, la información que introduzcáis a través de ellos, es cosa vuestra. Un ordenador se puede utilizar, por ejemplo, para ayudar a diseñar una estrategia militar, o bien para construir un hospital. Es, simplemente, nuestra elección.

Igualmente, nuestra mente es un avanzadísmo ordenador. Mejor que el mejor ordenador que existe. ¿Por qué, entonces, programarlo con pensamientos negativos, que sólo nos traen malestar e infortunios, si, en realidad, podemos programarlo con pensamientos positivos que nos traigan bienestar y felicidad?

Las afirmaciones positivas son frases que, a fuerza de reptirse (como las tablas de multiplicar) van grabándose en nuestra mente inconsciente. De manera que con el paso del tiempo, esas frases positivas van marcando la pauta de nuestra conducta y, en general, de nuestro modo de ver y de sentir la vida. Sirvan como ejemplo las siguientes:

- Me amo a mí mismo pase lo que pase.
- Atraigo relaciones divertidas, fáciles y que me apoyan.

- Tengo todo lo que necesito para conseguir todo lo que deseo.

- Merezco ser feliz.
- Estoy seguro compartiendo mis sentimientos.
- Soy fuerte, valiente y decidido.

- Tengo derecho a que mis necesidades sean satisfechas.

- Me siento completamente libre.
- Escojo hacer de mi vida algo sencillo, fácil y agradable.

- Creo la paz en mi mente, en mi cuerpo y en mi corazón.
- Disfruto siendo yo mismo en cada ocasión.

- Confío en la vida.
- Expreso el amor en todo lo que hago.

- Me respeto a mí mismo a cada instante.

- Abro mi corazón y acepto a los demás como son.
- Irradio calma y optimismo.
- Respeto la libertad de los seres que amo.

- Amo sin esperar nada a cambio.


Estas afirmaciones, u otras que se os ocurran, podéis repetirlas varias veces al día. Puede ser mentalmente, pero funcionan mucho mejor si se dicen en voz alta. Y tened en cuenta que no es oportuno hacerlas en negativo. Por ejemplo, si lo que queréis potenciar es el valor, es mejor decir Soy valiente antes que No tengo miedo.

Os invito a probarlas durante unos días o semanas, y agradeceré que alguno/a de vosotros/as tenga a bien compartir sus experiencias con nosotros/as a través de la opción de Comentar este texto que hay en la parte inferior de este artículo.

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