Mi admirado Vicente Estevan, uno de los mayores expertos en plantas de la Comunidad Valenciana, siempre dice: Todo es una cuestión de dosis. Y cuánta razón tiene este hombre. Yo diría que esa sencilla frase puede aplicarse, prácticamente, a cualquier faceta de la vida. Ahora bien, si de lo que hablamos es de alimentación, conviene tener en cuenta que cuanto más nutritivo, más concentrado o más desintoxicante sea un alimento, con más moderación hay que tomarlo. Así pues:
- No podemos comer la misma cantidad de remolacha (cruda) que de zanahoria, ya que la primera es mucho más nutritiva y más potente (por la cantidad de azúcares que contiene y por su color rojo). Yo sugiero comer la tercera o la cuarta parte de remolacha que de zanahoria en una comida.
- Ingerir las pasas en mucha menor cantidad que las uvas (de las que provienen), pues aquéllas, al perder gran cantidad de agua, se vuelven mucho más concentradas. Basta el equivalente a un par de cucharadas rasas para satisfacer nuestras necesidades en cada ocasión.
- Podemos tomar hasta tres vasos de limonada de una vez, pero no más de un limón exprimido, pues si éste se encuentra en estado puro posee la capacidad de extraer muchas toxinas de las células y de los tejidos, y si dichas toxinas invaden masivamente el torrente sanguíneo podrían presentarse efectos secundarios desagradables.
El tamaño de un alimento también nos da una idea de la cantidad del mismo que podemos tomar en cada ocasión. Por ejemplo:
- Podemos comer medio melón de una vez pero sólo un puñadito de semillas de sésamo o de lino.
- Podemos comer 2 ó 3 manzanas regadas con zumo de naranja pero sólo debemos tomar un puñado de almendras, de nueces o de anacardos.
La cantidad de proteínas también debe tenerse en cuenta. Por consiguiente:
- Es aceptable tomar 2 ó 3 huevos a la semana, pero más de 4 resulta excesivo.
- Se puede comer pescado 2 ó 3 veces por semana pero no todos los días.
- Se puede comer tofu de vez en cuando pero no cada dos por tres (es altamente proteico, y un adulto no becesita esas cantidades de proteínas).
Ya sabéis que en muchas ocasiones he comentado que alimento no es sólo lo que comemos sino, también, lo que vivimos. Por tanto, también hay toda una serie de experiencias que pueden beneficiarnos o perjudicarnos dependiendo de la dosis con que las vivamos. Por ejemplo:
- Ver la tele 1 ó 2 horas al día puede ser algo razonable, pero 6 ó 7 quizá resulte excesivo (muchos niños alcanzan estas dosis los fines de semana). Una regla de tres parecida podría aplicarse a los videojuegos o a navegar por Internet.
- Escuchar música con un mp3 a cierto volumen durante media hora o una hora al día podría no ser perjudicial, pero hacerlo varias horas todos los días sí que puede llegar a serlo.
- Vivir estresadamente puede soportarse sin mermar la salud (en el mejor de los casos) durante una temporada, pero hacer de ello un estilo de vida y no remediarlo puede acarrear graves consecuencias (alteraciones del sueño, riesgos cardiovasculares o desequilibrios en el sistema nervioso).
- Tomar el sol (en verano) un par de horas a primera hora de la mañana o al atardecer es más adecuado que tomarlo 4 ó 5 horas seguidas en las horas centrales del día.
Por lo demás, sólo añadir que hay algo en la vida que nunca debe medirse. Me refiero a un alimento que puede tomarse a grandes dosis sin indigestarse uno, y que puede darse a los demás en abundancia sin riesgo alguno de perjudicar a nadie. Un alimento que no mengua porque proviene de una fuente inagotable: el corazón. Por supuesto, hablo del amor.
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