Aunque no hay nada que pueda sustituir a los alimentos frescos y naturales (vaya esto por delante), la industria alimentaria ecológica se esfuerza cada vez más por crear toda una serie de productos alimenticios precocinados sin ninguna clase de aditivos y elaborados mediante procesos que conservan hasta cierto punto la integridad de sus nutrientes.
Esto ya permite disponer en el mercado de una amplia gama de artículos que pueden resultar altamente socorridos. Especialmente, cuando a uno le apetece un bocado sabroso sin tener que dedicarle mucho tiempo a la cocina.
En este caso, os propongo una cena compuesta de una ensalada (al gusto) acompañada de una (o dos) hamburguesa vegetal y unas tostadas de pan integral (de espelta, por ejemplo) con paté de rovellones. La hamburguesa también puede tomarse a modo de bocadillo, o dentro de un pan de pita. Las posibilidades son muchas.
Las hamburguesas que he elegido para la ocasión asocian mijo y champiñones, y son de la marca Soy. Unas hamburguesas cuyos ingredientes principales son: sémola de bulgur de trigo, mijo, copos de avena, champiñones y plantas aromáticas. Basta calentarlas en la sartén o en la plancha durante 3 minutos por cada lado. Y no es necesario añadirles aceite.
El paté es de Vegetalia, de rovellones, como he dicho anteriormente. Y sus ingredientes principales son: tofu, setas, aceite virgen de oliva, cebolla y especias. Se unta directamente sobre el pan.
¿Los sabores? ¿Las texturas?
Las hamburguesas poseen un sabor suave, muy agradable y delicado (ni rastro de soja) en el que destacan los cereales. Y una textura consistente. Sin embargo, se deshacen fácilmente cuando entran en la boca. A lo que hay que añadir que las de este tipo se digieren mucho mejor que las de soja o sus derivados (excesivamente saturadas de proteínas).
El paté, igualmente suave, pero con el acento en el sabor a setas. Bastante logrado. Un paté que, sin embargo, no embota el paladar. Y con una textura perfectamente untuosa, muy adaptable al cuchillo.
Os diré que tanto las hamburguesas como los patés de supermercado suelen hacer gala de sabores muy intensos (mucho ruido y pocas nueces), lo que no es de extrañar, pues muchos de estos comestibles se sazonan con glutamato monosódico. Una sustancia de síntesis que potencia artificialmente el olor y el sabor de los alimentos (es lo que hace que al entrar en un restaurante chino, el olor te eche para atrás) y que puede provocar lo que se conoce clínicamente como síndrome del restaurante chino.
Por supuesto, las mejores marcas de productos ecológicos conocen bien lo que buscan sus clientes potenciales, y por eso, entre otras razones, rehusan utilizar aditivos químicos o maquillaje para sus alimentos.
Marcas como Soy o Vegetalia nos demuestran que se pueden conseguir productos precocinados/envasados sabrosos y naturales sin renunciar a las digestiones ligeras ni a la riqueza de nutrientes. Unos alimentos que acompañados de una ensalada pueden constituir una comida o una cena rápida, deliciosa y equilibrada.
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Productos cedidos amablemente por el supermercado ecológico Ecorganic.
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