Somos lo que comemos.
Hipócrates
-------Hipócrates
La dieta que lleva a cabo un individuo constituye el fiel reflejo de lo que es esa persona. Y, por la misma regla de tres, la dieta también es el espejo de una sociedad, de un país, de una ciudad, o, en definitiva, de una comunidad humana.
Ubicándonos en el contexto de los países industrializados, si nos paramos a pensar un instante, una de las maneras en que se denomina a las grandes ciudades son aglomeraciones humanas. Por otro lado, en el colegio nos enseñaron que las proteínas son los nutrientes que sirven, sobre todo, para construir el cuerpo; en particular cuando la persona atraviesa por una etapa de crecimiento. ¿Y qué tiene que ver una cosa con la otra? Me explico.
Existen estudios científicos que relacionan el exceso de proteínas en la dieta con el cáncer. Sin ir más lejos, cuando a determinados animales de laboratorio, como cobayas, se les proporciona una dieta rica en proteínas, aumenta la cantidad de enfermedades que padecen y se les acorta la vida de manera ostensible.
Las personas necesitamos una cantidad relativamente baja de proteínas, máxime, cuando dejamos de crecer. Tengamos muy en cuenta que la etapa del ser humano en la que más proteínas necesita es la lactancia. Y que como mamíferos que somos, en esa fase de nuestras vidas, el mejor alimento que podemos tomar es la leche de de nuestra madre. A este respecto, es necesario subrayar que la leche materna humana contiene SÓLO un 1% de proteínas, lo que equivale a SÓLO 10 gramos por litro. Sin embargo, un bebé recién nacido duplica su peso desde que nace hasta los seis meses alimentándose exclusivamente con esta leche. Parece increíble pero es cierto.
Desde la perspectiva de este razonamiento tan sencillo y tan contundente, ¿cómo puede justificarse entonces el consumo de grandes cantidades de proteínas, tal cual nos proponen las multinacionales de la alimentación? Respuesta: porque las proteínas son altamente rentables. Si no, que se lo pregunten a las compañías y corporaciones que se dedican a cultivar soja o ganado masivamente (es muchísimo más rentable un quilo de carne o de pescado que un quilo de germinados de alfalfa o de arroz integral).
Ahora bien, la pregunta del millón es, ¿qué puede llegar a sucederle a un individuo que ingiera muchas más proteínas de las que necesita? La respuesta a esta pregunta podría ser muy amplia, pero lo que más deseo destacar en el artículo de hoy es la palabra hiperplasia. La hiperplasia es un aumento anormal del número de células de un tejido que, en algunos casos, deriva en tumoraciones o en distintos tipos de cáncer. Es como construir más tejido en una zona donde ya hay suficiente tejido ¿Y qué es lo que fomenta la hiperplasia en un tejido? Pues en muchos casos, el exceso de proteínas.
Las fotografías que siguen a continuación las tomé ayer en la playa de Alboraya. Mirándolas, me pregunto, ¿no parece haber una relación entre la hiperplasia y la desmedida especulación inmobiliaria? ¿No da la impresión de que en esos terrenos de las imágenes existe, efectivamente, un principio de hiperplasia?
Y es que, como en todas las cosas de la vida, en el término medio está la virtud. Cuando se pierde el equilibrio, por defecto o por exceso, es cuando se cae en la inarmonía. Lo que, en última instancia, deriva en conflictos y en enfermedades.
Ubicándonos en el contexto de los países industrializados, si nos paramos a pensar un instante, una de las maneras en que se denomina a las grandes ciudades son aglomeraciones humanas. Por otro lado, en el colegio nos enseñaron que las proteínas son los nutrientes que sirven, sobre todo, para construir el cuerpo; en particular cuando la persona atraviesa por una etapa de crecimiento. ¿Y qué tiene que ver una cosa con la otra? Me explico.
Existen estudios científicos que relacionan el exceso de proteínas en la dieta con el cáncer. Sin ir más lejos, cuando a determinados animales de laboratorio, como cobayas, se les proporciona una dieta rica en proteínas, aumenta la cantidad de enfermedades que padecen y se les acorta la vida de manera ostensible.
Las personas necesitamos una cantidad relativamente baja de proteínas, máxime, cuando dejamos de crecer. Tengamos muy en cuenta que la etapa del ser humano en la que más proteínas necesita es la lactancia. Y que como mamíferos que somos, en esa fase de nuestras vidas, el mejor alimento que podemos tomar es la leche de de nuestra madre. A este respecto, es necesario subrayar que la leche materna humana contiene SÓLO un 1% de proteínas, lo que equivale a SÓLO 10 gramos por litro. Sin embargo, un bebé recién nacido duplica su peso desde que nace hasta los seis meses alimentándose exclusivamente con esta leche. Parece increíble pero es cierto.
Desde la perspectiva de este razonamiento tan sencillo y tan contundente, ¿cómo puede justificarse entonces el consumo de grandes cantidades de proteínas, tal cual nos proponen las multinacionales de la alimentación? Respuesta: porque las proteínas son altamente rentables. Si no, que se lo pregunten a las compañías y corporaciones que se dedican a cultivar soja o ganado masivamente (es muchísimo más rentable un quilo de carne o de pescado que un quilo de germinados de alfalfa o de arroz integral).
Ahora bien, la pregunta del millón es, ¿qué puede llegar a sucederle a un individuo que ingiera muchas más proteínas de las que necesita? La respuesta a esta pregunta podría ser muy amplia, pero lo que más deseo destacar en el artículo de hoy es la palabra hiperplasia. La hiperplasia es un aumento anormal del número de células de un tejido que, en algunos casos, deriva en tumoraciones o en distintos tipos de cáncer. Es como construir más tejido en una zona donde ya hay suficiente tejido ¿Y qué es lo que fomenta la hiperplasia en un tejido? Pues en muchos casos, el exceso de proteínas.
Las fotografías que siguen a continuación las tomé ayer en la playa de Alboraya. Mirándolas, me pregunto, ¿no parece haber una relación entre la hiperplasia y la desmedida especulación inmobiliaria? ¿No da la impresión de que en esos terrenos de las imágenes existe, efectivamente, un principio de hiperplasia?
Y es que, como en todas las cosas de la vida, en el término medio está la virtud. Cuando se pierde el equilibrio, por defecto o por exceso, es cuando se cae en la inarmonía. Lo que, en última instancia, deriva en conflictos y en enfermedades.
Comentarios
Publicar un comentario