Ahora, en verano, cuando el calor aprieta, ¿cómo decir no a un refrescante gazpacho? Bastan unos cuantos tomates maduros, un trozo de pimiento, pepino, ajo, pan, vinagre (no para quien desee perder peso), aceite, sal y algo de agua para elaborar esta deliciosa y veraniega sopa fría que a casi todo el mundo encanta.
Sin embargo, podemos ampliar mucho más el repertorio de sopas y de cremas veraniegas recurriendo a distintas combinaciones y cantidades de otros ingredientes crudos. Por ejemplo:
- rábanos,
- hinojo,
- apio,
- perejil,
- col lombrada o blanca,
- cebolla o cebolleta,
- jengibre,
- espárragos trigueros o blancos,
- zanahoria, nabo o remolacha,
- calabacín,
- canónigos, berros o rúcula;
- tahín (pasta de sésamo),
- aguacate,
- hierbas frescas (menta, albahaca, tomillo, romero, ajedrea, etc.).
Luego, una vez escogidos los ingredientes en la proporción que deseemos, se pueden licuar para obtener una sopa de consistencia ligera o bien se pueden batir para confeccionar una crema con más cuerpo.
De este modo, obtendremos un magnífico alimento que:
- calmará nuestra sed como ningún otro (a excepción de las frutas y de sus zumos),
- hidratará nuestro organismo y nuestra piel,
- alcalinizará nuestra sangre,
- mejorará nuestra resistencia a la radiación ultravioleta del Sol (por su riqueza en betacarotenos),
- nos aportará gran cantidad y variedad de vitaminas, minerales, aminoácidos y catalizadores;
- nos ayudará a eliminar toxinas y, por consiguiente, a depurar nuestro organismo;
- contribuirá a situarnos en nuestro peso ideal,
- nos rejuvenecerá y nos dará vitalidad (sólo los alimentos crudos y vivos -como las verduras de ensalada- son capaces de dar vida a un organismo)
- y, por si fuera poco, nos resultará muy barato.
Por supuesto, estas sopas o cremas frías se pueden tomar antes de la comida o pueden ser, por sí mismas, una comida o cena en toda regla (si les añadimos almendras crudas, pan o algún cereal tostado o cocinado). Aunque también pueden tomarse entre horas como una bebida refrescante.
Cuestión de ir experimentando.
Sin embargo, podemos ampliar mucho más el repertorio de sopas y de cremas veraniegas recurriendo a distintas combinaciones y cantidades de otros ingredientes crudos. Por ejemplo:
- rábanos,
- hinojo,
- apio,
- perejil,
- col lombrada o blanca,
- cebolla o cebolleta,
- jengibre,
- espárragos trigueros o blancos,
- zanahoria, nabo o remolacha,
- calabacín,
- canónigos, berros o rúcula;
- tahín (pasta de sésamo),
- aguacate,
- hierbas frescas (menta, albahaca, tomillo, romero, ajedrea, etc.).
Luego, una vez escogidos los ingredientes en la proporción que deseemos, se pueden licuar para obtener una sopa de consistencia ligera o bien se pueden batir para confeccionar una crema con más cuerpo.
De este modo, obtendremos un magnífico alimento que:
- calmará nuestra sed como ningún otro (a excepción de las frutas y de sus zumos),
- hidratará nuestro organismo y nuestra piel,
- alcalinizará nuestra sangre,
- mejorará nuestra resistencia a la radiación ultravioleta del Sol (por su riqueza en betacarotenos),
- nos aportará gran cantidad y variedad de vitaminas, minerales, aminoácidos y catalizadores;
- nos ayudará a eliminar toxinas y, por consiguiente, a depurar nuestro organismo;
- contribuirá a situarnos en nuestro peso ideal,
- nos rejuvenecerá y nos dará vitalidad (sólo los alimentos crudos y vivos -como las verduras de ensalada- son capaces de dar vida a un organismo)
- y, por si fuera poco, nos resultará muy barato.
Por supuesto, estas sopas o cremas frías se pueden tomar antes de la comida o pueden ser, por sí mismas, una comida o cena en toda regla (si les añadimos almendras crudas, pan o algún cereal tostado o cocinado). Aunque también pueden tomarse entre horas como una bebida refrescante.
Cuestión de ir experimentando.
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