Remedio casi milagroso

En el proceso de garganta que he venido sufriendo (la verdad es que sí que me ha hecho sufrir un poco), la fase más complicada ha tenido lugar al final: esas décimas de fiebre que no se iban pese al semiayuno, a las irrigaciones con infusión de tomillo, a las cataplasmas de arcilla y a las saunas. La fiebre se quedaba instalada en 36,9ºC y de ahí no había manera de bajarla. Y, claro, cuando llevas una semana con fiebre, el cuerpo gasta muchísima energía, y el desánimo y la flojedad no tardan en hacer mella.

Sin embargo, por alguna razón, fui capaz de recordar anoche un viejo remedio que me dio a conocer mi querido amigo y naturópata, Luis (cuando se lo dijeron a él, me llamó en seguida, muy entusiasmado). Consiste en hacer gargarismos con:

- infusión de cola de caballo (como yo no disponía de cola de caballo, lo hice con té Roiboo y me funcionó perfectamente),
- el zumo de medio limón y
- dos cucharaditas de sal por vaso.

Si alguien lo hace que no se asuste de lo que salga por la boca. No hay ningún truco en absoluto. Lo que encontraréis en el lavabo serán flemas oscuras y viscosas, que, sin duda, os sorprenderán. Flemas que se encuentran arraigadas en los pulmones y, sobre todo, en mi caso, en la garganta.

Naturalmente, si se quita la causa que provoca la fiebre, a continución, la fiebre desaparece. Así de simple, de barato y de eficaz. Anoche, por fin, mi temperatura bajó a 36,5ºC. Podríamos llamarlo un milagro, pero en realidad los milagros no existen. Lo que existen son hechos más o menos extraordinarios que tienen una explicación razonable detrás.

Este remedio puede servir, igualmente, para alguien que tenga:

- tos con expectoración,
- flemas,
- mucosidad,
- fumadores con los bronquios cargados.

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