El vaso medio lleno


Vivimos en un país en el que existen muchas personas honradas, honestas y dignas. Gente comprometida con la noble causa de hacer de este un mundo más justo, un lugar mejor donde vivir. Y por suerte, es fácil encontrarse con esas personas: sólo hace falta ser como ellas; y dejar que el Universo, con sus leyes, haga el resto (Los semejantes tienden a buscarse y a encontrarse).

Sí, abunda la gente digna, honesta y comprometida, así como las personas que hacen del respeto a los demás una bandera, un modo de vida. Me refiero a padres que educan respetando la libertad de sus hijos, hijos que respetan a sus hermanos, amigos que se respetan más allá de sus diferencias, parejas que disfrutan y comparten desde el sagrado respeto al otro.

Me doy cuenta de que hay conciencia en este país. Conciencia y amor hacia nuestra Madre Naturaleza y hacia los animales, nuestros hermanos. Y cada vez, más. Una conciencia y un amor tan poderosos que son capaces de movilizar otras conciencias y otros corazones. Que son capaces, incluso, de cambiar las leyes que rigen nuestra sociedad, y hacer de ella un espacio común más armonioso.

Percibo que este fenómeno del despertar de la conciencia es algo que se propaga con una velocidad asombrosa gracias a la tecnología de las telecomunicaciones. Es evidente que hoy, más que nunca, somos conscientes de muchas cosas en este país, cosas que antes ignorábamos por completo. La verdad siempre sale a la luz. Y cada vez somos más las personas que buscamos esa verdad más allá de la que está ya institucionalizada, y más allá de la que tratan de embutirnos los medios de masas y la industria del entretenimiento: el opio del pueblo de la actualidad.

Pero lo mejor de todo, para mí, es que en este país se incrementa constantemente el número de personas que toman conciencia de la realidad y que, además, pasan a la acción. Personas que deciden empezar a transformarse a sí mismos, y, desde ese cambio interno, pasar a lo externo, procurando mejorar desde su campo de actuación el entorno en el que viven.

Veo a este país con fe y esperanza. Veo a muchos ciudadanos llenos de confianza en sí mismos, y llenos de confianza en la vida. Seguros de que, pase lo que pase en el futuro, todo irá perfectamente.

Seguros de que, en cada momento, y a cada instante,
vamos creando aquello que creemos.

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