Una peculiaridad del alga Wakame

Seguro que habéis oído hablar del alga wakame. Y puede que algunos de vosotros conozcáis algunas de sus excelentes propiedades:

- Desintoxicante y regeneradora de la sangre,
- equilibra las secreciones hormonales y las funciones del hígado y de los riñones,
- rica en vitaminas, minerales, aminoácidos y omega 3.

Se trata de una de esas algas que puede comerse cruda o bien cocinada (añadida a vuestros platos de cereales o guisos). En el primer caso, basta con ponerla a remojo durante diez minutos. Además, es una de las que más cunde. Y por si todo esto fuera poco, posee, además, un sabor y una textura muy agradables.

Sin embargo, hoy me gustaría hablaros de una peculiaridad que caracteriza a esta magnífica alga: en la actualidad es una especie invasiva en distintas regiones del planeta, tales como nueva Zelanda, Japón, Corea, China, y, más recientemente, Francia, Gran Bretaña, España, Italia, Argentina y Australia.

Sí, las microscópicas esporas de la wakame, se diseminan hoy en día hasta abarcar extensas regiones marítimas y litorales, lo que a veces puede llegar a constituir un inconveniente para las actividades portuarias o turísticas. Pero la naturaleza nunca actúa por puñetería, y todo lo que acontece en su seno, en el fondo, es un mecanismo puramente equilibrador.

En muchas de los mencionados países, buena parte de sus habitantes, consciente o inconscientemente, van minando su salud lentamente al llevar una dieta poco natural y equilibrada, en la que suelen abundar comestibles refinados y artificiales que pausada pero inexorablemente merman sus reservas de vitaminas y de minerales y restan vitalidad al individuo. Entonces, llega la naturaleza, y con su infinita sabiduría nos regala miles de toneladas de un alimento que sólo requeriría ser recogido en las playas. Nada más. Un alimento extraordinario, saludable y completamente gratuito. Un alimento rico en vitalidad y versátil que fácilmente podría contribuir a restablecer la salud de quienes siguen dietas insalubres.

Pero nosotros, los seres humanos, muchas veces no terminamos de comprender los fenómenos que suceden a nuestro alrededor. Somos víctimas de una miopía mental y colectiva (que no nos deja ver más allá de nuestras narices). Es por ello que, tal cual el caso que nos ocupa hoy, donde deberíamos decir alga bendita decimos alga invasiva.
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Si no la encontráis en alguna playa cercana (que esté lo más limpia posible), podéis comprarla en herboristerías y ecomercados. Y los que vivís en Valencia, además, podéis adquirirla muy barata en un supermercado chino que hace esquina con la Calle de Los Centelles y la Avenida de Ausiàs March.

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