Alimentos adecuados para la gripe y otras afecciones pulmonares

 

Quizá por desconocimiento, hay gente que pilla una gripe, un resfriado, una bronquitis o una neumonía y sigue comiendo cualquier tipo de alimento, como si tal cosa. Como si lo que uno ingiere no tuviera ninguna influencia en la evolución de sus síntomas. Y lejos de ser así, es, más bien, todo lo contrario: lo que comemos en esos momentos puede empeorarnos severamente, alargar el proceso penosamente o hacer que nos recuperemos pronto y con facilidad.

Lo cierto, y me remito a la experiencia de muchos años (tanto la mía propia como la de pacientes y alumnos), es que cuando uno está en la cama con gripe (o semejante), con fiebre, congestión y algún que otro síntoma, pero de poca gravedad, son muy pocos los alimentos óptimos que uno puede ingerir. Óptimo, en este contexto, sería un alimento que ayude al cuerpo a curarse, a desintoxicarse y que estorbe lo menos posible al proceso. Por ejemplo:

  • Caldos de verduras.
  • Infusiones.
  • Jengibre (añadido a las infusiones, a los caldos o a las verduras).
  • Cremas de verduras que, a lo sumo, pueden llevar patata. Elaboradas con muy poco aceite.
  • Sémola de maíz ligera (que no sea demasiado consistente) elaborada con caldo de verduras y poco aceite.

Cabe señalar que todos estos alimentos deben tomarse calientes para que su acción terapéutica sea lo más eficaz posible.

Por otro lado, conviene comprender que cuando se dan estas afecciones al cuerpo lo que más le conviene es desintoxicarse y utilizar su energía disponible para la curación. En esos momentos, lo último que necesitamos son alimentos nutritivos (cuanto más nutritivos, menos desintoxicantes) que requieran de una pesada digestión (la cual, a su vez, requiere de mucha energía). Así pues, lo oportuno es evitar cualquier tipo de alimento o comestible fuera de los anteriormente mencionados, tales como:

  • Lácteos de cualquier tipo.
  • Aceites.
  • Huevos.
  • Carne o pescado.
  • Cereales refinados o integrales (excepto el maíz o el arroz).
  • Legumbres.
  • Avena.
  • Fritos.
  • Comestibles del tipo que sea.

Si no hay tos, también podrían caber los zumos de frutas (sobre todo, ácidas) o de verduras, pero tomándolos muy despacio y atemperándolos en la boca antes de tragarlos.

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