¿Cuál es la dieta perfecta?

 

Si observamos un grupo de animales salvajes de la misma especie (la que sea), nos daremos cuenta de que todos comen el mismo tipo de alimento. Y algo parecido sucedió con nosotros, los humanos, cuando surgimos en el planeta, hace casi un millón de años: que todos comíamos de un modo muy similar.

Sin embargo, con el transcurso del tiempo fuimos colonizando regiones del planeta alejadas de nuestro entorno natural originario (biotopo matriz), por lo que tuvimos que adaptarnos y comer lo que había disponible en esos nuevos asentamientos. Tal que así, la especie humana ha llegado a nuestros días habiéndose diversificado más que ninguna otra de la Tierra. Y esto significa que aunque todos sus individuos comparten una misma biología de base, las sucesivas adaptaciones al medio han propiciado dietas igualmente diversas en millones de individuos diferentes.

Podemos imaginar, sobre todo por nuestra anatomía, el pH de nuestros fluidos corporales y las características de nuestros órganos internos, que nuestra dieta original era parecida a la de un chimpancé moderno. Es decir, una dieta basada en vegetales, aunque con un cierto porcentaje de proteína animal. No obstante, como digo, eso era al principio de surgir como especie, porque luego nos fuimos adaptando a nuevos entornos y a otro tipo de alimentos disponibles, completamente distintos, incluso alejados de nuestra naturaleza.

Llegados a este punto, haré una aclaración. Cuando decimos dieta se suele pensar en la primera acepción del diccionario: Régimen que se manda observar a los enfermos o convalecientes en el comer y beber. Pero la que nos interesa ahora es la segunda: Conjunto de sustancias que regularmente se ingieren como alimento.

Dicho esto, comentaros que mediante mi experiencia personal y profesional, he podido constatar que la mayoría de la gente tiende a ir variando su dieta, de forma espontánea, a lo largo del tiempo, dependiendo de múltiples circunstancias. Entre ellas, las propias demandas que presenta el cuerpo en distintas etapas de la vida. Por ejemplo, hay gente que en un momento dado empieza a sentir asco por la carne y deja de comerla, y haciéndolo se siente mejor. O gente que a partir de un determinado momento siente que su cuerpo le pide tomar ensaladas y comienza a incluirlas en sus menús, y luego se siente mejor.

Lo que hay que comprender y tener muy claro es que en una especie tan diversificada como la nuestra no hay una sola dieta que pueda considerarse perfecta sino muchas. Pero ante todo conviene saber que la dieta perfecta, por definición, sería aquella que nos proporcionara salud, equilibrio y bienestar. Básicamente. Y ahí caben muchas y variadas formas de alimentarse, no sólo una.

Personalmente, he conocido a vegetarianos, a macrobióticos, a veganos, a carnívoros o a gente que seguía una dieta mediterránea tradicional con excelente salud. Para mí, lo importante es que el alimento que comamos, por de pronto, sea de calidad, es decir, natural, integral y preferiblemente ecológico. Y, a partir de ahí, pueden darse muchas opciones perfectamente válidas... a tenor de sus resultados.

Desde luego, lo ideal sería comer con conciencia, moderación y sentido común. Pero, para eso, primero hay que tener conciencia, moderación y sentido común, unas cualidades que escasean en los tiempos que corren y cuya carencia conduce habitualmente al desequilibrio, al sufrimiento y a la enfermedad.

En definitiva, si tu dieta (modo de alimentarte) te lleva a estar fuerte, sano y alegre, entonces es que vas por buen camino. Y si no es así, entonces es que hay algo que habrías de cambiar en tus hábitos y costumbres culinarias.

El cuerpo es sabio y siempre nos da valiosa información... si uno sabe escucharlo.

Comentarios