Cómo es un ser humano genuinamente amoroso


Me doy cuenta de que con demasiada frecuencia se confunde afecto con amor, y de ahí, precisamente, surge la confusión entre una persona amorosa y otra afectuosa, siendo que no son lo mismo.

Una persona afectuosa es la que manifiesta cariño hacia los demás. Lo que no significa, necesariamente, que detrás de ese cariño haya un verdadero amor. Puede que sí, por supuesto, pero también podría haber necesidad afectiva, de reconocimiento, de perdón o algún interés que diste mucho del amor genuino, que es totalmente desprendido. Por consiguiente, podríamos encontrarnos fácilmente (de hecho, es habitual) a alguien que manifieste un gran cariño hacia los demás pero que, sin embargo, tenga la autoestima muy baja. Un hecho que delata, inequívocamente, que ese afecto expresado por el otro no brota del amor verdadero sino de la querencia.

La querencia es el falso amor que, consciente o inconscientemente, nace del ego. Es por ello que ésta siempre alberga el anhelo de la gratificación, en vez de el puro desinterés, el cual se relaciona necesariamente con el amor.

Así pues, un ser humano genuinamente amoroso es, básicamente, aquel que procura expresar, hacia sí mismo y hacia los demás, cualquiera de las facetas de las que se compone el amor. En consecuencia, tenderá a actuar de la siguiente manera; por ejemplo:

  • Será respetuoso con su cuerpo: lo escuchará, atenderá sus necesidades y lo cuidará, lo mantendrá limpio por fuera y por dentro, sin que todo ello vaya en detrimento de otras facetas importantes de su vida.
  • Será tolerante con los demás, siempre y cuando esa tolerancia no suponga un atentado contra su integridad (física, moral) o contra sus legítimos derechos como ser humano.
  • Tendrá confianza en sí mismo y tenderá a mantenerla firme por encima de todas las cosas, es decir, que esa confianza no le vendrá dada por circunstancias externas ni por terceras personas, ni se verá sustancialmente mermada por situaciones adversas.
  • Defenderá su vida y la de sus semejantes de una manera completamente natural y sin miedo a perder la suya, porque quien vive con amor nada tiene que temer.
  • Cumplirá siempre la palabra dada sin que para ello tenga que prometer o jurar a futuro.
  • Tenderá a ser amable y considerado con todo el mundo.
  • Siempre evitará hacer daño a sus semejantes y a otros seres en la medida de lo posible.
  • Su vida estará marcada por la sinceridad, la integridad y la honestidad. O, al menos, serán una tendencia cotidiana.
  • Ante las situaciones especialmente difíciles o desafiantes, tenderá a sacar lo mejor de sí mismo como ser humano, no lo peor.
  • Su día a día no estará especialmente condicionado por el miedo, la duda o la inseguridad.
  • En buena medida, su vida estará en sintonía con la abundancia y la prosperidad, las relaciones saludables (no tóxicas), la salud, la alegría y el sentimiento de plenitud, lo que será el resultado de su propia actitud amorosa y del hecho de mantenerse alejado del conflicto.
  • Tenderá a hacer suyo el lema: Trato a los demás como deseo que me traten, y procuro no hacerles lo que no desearía para mí.

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