Sanar el pasado para disfrutar plenamente el presente


Es muy común que los seres humanos tengan nobles propósitos (en los que, incluso, pongan todo su empeño), y que, sin embargo, transcurra el tiempo y no consigan alcanzarlos. Por ejemplo:

  • Dejar de fumar.
  • Que de una vez por todas el dinero fluya en abundancia en sus vidas.
  • Disfrutar de una cierta estabilidad y armonía en sus relaciones de pareja.
  • Superar el miedo al rechazo, al abandono o al fracaso.
  • Sentirse respetados por sus hijos/pareja/empleados.
  • Tener éxito en un negocio.
Como digo, puede suceder que la mente consciente de esas personas desee lograr cualquiera de las metas anteriormente citadas pero... algo termina sucediendo que lo impide (mente inconsciente), una especie de mecanismo de autosabotaje. Algo que, a la postre, les lleva a decir frases como:
  • Por más que me empeñe, no sé qué me pasa, que no lo consigo.
  • No sé por qué pero siempre me pasa lo mismo. Es como si estuviera gafado.
  • Esto me supera. Llevo años intentándolo, y nada, no hay manera.
  • Se ve que yo no he nacido para esto. Todo se me tuerce.
  • Me da miedo. No me siento preparado. Mejor, espero un poco más.
  • No puedo evitarlo. Yo soy así. Qué le vamos a hacer.
Pues bien, existe una causa fundamental, en la mayoría de los casos, que lleva a las personas a experimentar la frustración, la impotencia o la rabia de no alcanzar aquello que, legítimamente, creen que merecen: las heridas, carencias o traumas que uno vive en la relación con sus padres y que marcan a fuego la personalidad del niño. Un niño que irá creciendo con el tiempo, hasta convertirse en adulto, y que tenderá a manifestar, de forma completamente inconsciente, toda una serie de mecanismos, conductas y hábitos que le alejarán de algunas o muchas de sus metas. 

Por eso, es tan importante sanar dichas heridas, carencias o traumas de la infancia, sanar al propio niño interior y alinear la mente consciente con la inconsciente, porque esa falta de sintonía entre la una y la otra puede condicionarnos indefinidamente y llevarnos a tener una vida de limitaciones, penurias o sucesivos fracasos. Es decir, justo lo contrario de una vida plena, rica y dichosa.

Que es lo que todos deseamos y merecemos.

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