¿Cuál es el propósito de la enfermedad?


Cuando se observa detenidamente el Universo a lo largo del tiempo es fácil darse cuenta de su tendencia intrínseca al equilibrio. Es decir, si tú generas caos en un sistema, y le das tiempo suficiente, ese caos se convertirá en orden, en armonía y en equilibrio. Es, como digo, una cuestión de tiempo.

Ahora, imaginemos que estando perfectamente sano un buen día ingieres, sin ser consciente de ello, un alimento en mal estado. Y ese alimento, en cuestión de horas, te provoca una diarrea. Pero más tarde o más temprano, incluso sin que hagas nada (simplemente, dejando de comer e hidratándote), esa diarrea desaparece espontáneamente y recuperas tu salud. Entonces, podríamos concluir que la enfermedad, o el síntoma, albergan en sí mismos un propósito claro: que recuperes la salud. O dicho de otro modo: que transites del caos al orden, de lo inarmónico a lo armónico, del desequilibrio al equilibrio. En suma: la enfermedad persigue la salud.

Cuando hablamos de enfermedades o afecciones más complejas, graves o persistentes, se sigue aplicando el mismo principio: la Naturaleza busca el equilibrio. Por lo tanto, lo inteligente sería ayudar a la Naturaleza a este propósito, a equilibrarte.

En este sentido, todo proceso curativo implica limpieza, y no ya sólo del cuerpo, sino de la mente (tratando de quitar atención a los pensamientos tóxicos, como recuerdos dolorosos, obsesiones, preocupaciones...) y de las emociones.

Este último factor es fundamental tenerlo en cuenta, es decir, aprender a limpiar de nuestro interior nuestras emociones oscuras, como la ira, el resentimiento, los celos o el miedo. Y cuando digo limpiar quiero decir, básicamente, sacarlo del interior al exterior. Del mismo modo que cuando se friega el suelo ese agua sucia luego se echa al retrete (y la tubería de desagüe la conduce al exterior de la vivienda), o cuando se saca la basura del cubo de la cocina y se lleva al contenedor, que se encuentra en el exterior del edificio. Repito: limpiar es sacar al exterior lo que no nos sirve o lo que es dañino.

En resumen: el propósito último de la enfermedad es que recuperemos la salud. La salud de nuestro cuerpo, de nuestra mente y de nuestro sistema emocional. Y para que esto ocurra es conveniente llevar a cabo una limpieza en esos tres ámbitos: cuerpo, mente y emociones.

Entonces, la salud regresa.
Comprobado.

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