Alimentos integrales vs. comestibles refinados

 

Un alimento integral es, básicamente, un alimento tal cual se recoge del huerto o del campo, es decir, con todo lo que posee de forma natural. Por contra, un comestible refinado es algo que se puede comer y que procede de un alimento que ha sido refinado mediante un proceso industrial. ¿Y para qué? Pues para que no se enrancie, para que no se apolille, para que tenga una textura más suave al paladar o para que se pueda cocinar en mucho menos tiempo.

Podríamos decir, con todas las de la ley, que se trata de alimentos diametralmente opuestos. Es decir, con características, propiedades y efectos diametralmente opuestos.

Por ejemplo:

Los COMESTIBLES REFINADOS, como el pan, el azúcar o el arroz blanco, o como los aceites refinados, producen desequilibrios y debilitamiento en el organismo como consecuencia de los nutrientes que roban de éste. Por lo tanto, tienden a enfermarlo, ya sea a corto, a medio y a largo plazo.

En el plano pśiquico, desequilibran y alimentan o agravan todo tipo de afecciones mentales, como consecuencia del mencionado desequilibrio y robo de nutrientes del cuerpo (desequilibrio bioquímico). Asimismo, potencian en el individuo el sentimiento de carencia (por su propia carencia de nutrientes).

En el plano espiritual, el comestible refinado (fragmentado) es alimento para el ego, el cual representa la visión fragmentada de la realidad (en contraposición a la visión amorosa, que unifica). Además, estos comestibles tienden a desconectar al ser humano de su esencia divina. Y cuanto más desconectado está un ser humano de su esencia divina, tanto más polarizado está en el ego, en el miedo y en los bajos instintos.

Los ALIMENTOS INTEGRALES equilibran, sanan y fortalecen el organismo y el sistema nervioso, por lo que a nivel mental favorecen la armonía bioquímica y tienden a evitar desequilibrios psíquicos o psicoemocionales.

En el plano espiritual, el alimento integral hace de nosotros seres íntegros (De lo que se come, se cría), es decir, honestos, sinceros (<enteros) y plenos (lo opuesto a carentes).

Son los alimentos que nos encaminan hacia el superyó (en vez de hacia el ego), los que mantienen nuestra conexión con nuestra esencia divina, los que nos alejan del miedo, de los bajos instintos...


... y los que potencian el amor que llevamos dentro.

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