Víctima y victimismo

 

Tú puedes llegar un buen día a una comisaría de policía y decirle al agente de turno: "Señor agente, vengo a poner una denuncia. He sido víctima de un robo".

En este caso, la palabra víctima podría equivaler a objeto (He sido objeto de un robo). Pero que en una situación como ésa tú te percibas como una víctima y que pronuncies esa palabra no significa que tú estés cayendo en el victimismo.

El victimismo es algo muy diferente. Consiste en percibirte o mostrarte de forma recurrente como una víctima y utilizar este mecanismo para lograr ciertos intereses particulares. Lo que puede suponer, en algunos casos, provocar daños o perjuicios a terceros.

Puede suceder, y, a veces, sucede, que aquel que incurre en el victimismo no sea consciente de estar metido en ese papel. Simplemente, lo interpreta de forma inconsciente. Y puede que inconscientemente, también, utilice las emociones para despertar en los demás sentimientos que puedan resultarle provechosos en ese momento, tales como la compasión, la amabilidad, la ternura, la simpatía...

El victimismo, llevado a otro nivel, puede, además, transformarse en un instrumento de manipulación de masas. Un mecanismo que responda a agendas perversas y a intereses oscuros. De hecho, puede utilizarse para generar estados de opinión, para dividir a la sociedad, para implementar un recorte de libertades o para robar a los ciudadanos; por ejemplo.

Y es que con las emociones, si sabes manejarlas adecuadamente, puedes manipular, prácticamente, a cualquiera.

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