Los psicópatas y sus conflictos con la figura de la madre

 

Cualquier ser humano requiere para su equilibrio y plenitud haber tomado la energía del padre (Polaridad Masculina) y de la madre (Polaridad Femenina). Si bien es cierto, que dichas energías puede recibirlas de otras personas que no sean, necesariamente, sus padres biológicos (pero que, de alguna forma, desempeñen dichos roles).

En todo caso, esa Polaridad Femenina, que simboliza la figura de la madre, es algo de lo que un psicópata suele andar bastante escaso, ya que dicha polaridad está relacionada con el respeto, la comprensión, la amabilidad, la dulzura, el saber escuchar, perdonar... Y no son esas, precisamente, cualidades que les caractericen. Más bien, al contrario.

Por otro lado, algo muy característico de los psicópatas es su falta de empatía, es decir, la dificultad o la incapacidad para ponerse en la piel de los demás. Tal que así, un psicópata puede hacer un gran daño a otro ser humano y no experimentar ninguna clase de remordimiento. Incluso puede jactarse de ello. Hasta puede disfrutar (sadismo).

A poco que uno se fije, se dará cuenta de que el mundo, salvo honrosas excepciones, está gobernado por psicópatas. Por individuos carentes de toda ética o moralidad y que son capaces, incluso, de causar un daño inconmensurable a un pueblo, a una sociedad, a millones de ciudadanos, a niños, a ancianos...

Para comprender lo espantoso de este comportamiento, puede ayudar sobremanera acudir a la infancia de estas personas. Porque es prácticamente seguro que en ella encontraremos alguna clase de conflicto relacionado con la figura de la madre (lo que no significa que el haber vivido estos conflictos, necesariamente, desemboque en personas psicopáticas). Por ejemplo:

- Una madre ausente, que falleció siendo la criatura muy pequeña, o que tuvo poco o insuficiente trato con ella.
- Una madre que no le dio el pecho.
- Una madre que no le defendió o protegió en situaciones amenazantes o dañinas.
- Una madre que no le brindó unos mínimos cuidados.
- Una madre muy controladora, exigente o represiva.
- Una madre que lo humilló sistemáticamente.
- Una madre particularmente inmadura.
- Una madre fría y distante.
- Una madre agresiva o violenta.

Si se da el caso en que un niño se desarrolla en este contexto vital, fácilmente tenderá a reproducir de forma inconsciente esos mismos patrones de comportamiento cuando sea adulto. Lo cual, unido al desequilibrio causado por el propio trauma, puede devenir en un trastorno de cierta o gran envergadura.

Curiosamente, es fácil encontrar un complejo de inferioridad detrás de muchos psicópatas. Un complejo que tratan de compensar a veces con actitudes narcisistas, grandilocuentes o megalómanas. O, simplemente, sometiendo a una población entera para poder experimentar la sensación de un falso poder. Ese poder personal e interno que no han sido capaces de alcanzar por sus propios méritos, y que además, suelen adquirir con mentiras, argucias o sobornos.

De todo esto, podemos llegar a comprender la suma importancia de la Polaridad Femenina en los tiempos que corren y en el mundo en que vivimos. Y también la conveniencia de reconciliarnos con la figura de la madre y de sanar nuestras heridas. Porque, en el fondo, muy en fondo, esos psicópatas que gobiernan el mundo no son sino la propia proyección, inconsciente, de una Humanidad un tanto enferma y muy, muy necesitada de amor.

A toneladas.

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