Causas psicoemocionales de la afonía


La palabra "afonía" proviene del griego "áphonos", que, literalmente, significa "sin voz".

Si nos acogemos al principio de que todo síntoma nos obliga a hacer desde el inconsciente lo que no hemos hecho conscientemente, la afonía, entonces, nos obliga a callar. Simple y llanamente.

En el plano físico, es fácil que la afonía surja cuando un frío excesivo entra en la garganta, lo que indicaría un exceso de frialdad a la hora de hablar. Otras veces, responde a un sobreesfuerzo a la hora de contar algo. O cuando uno ha gritado.

En cualquiera de los casos, la afonía pone de manifiesto un uso inadecuado de nuestra voz: o hemos hablado con demasiada frialdad (sin calor, sin cariño), o nos hemos esforzado demasiado al comunicarnos (desde el amor, no hace falta forzar nada), o, simplemente, hemos hecho un uso inadecuado de nuestra voz, es decir, nos hemos causado un daño a nosotros mismos o lo hemos causado en terceros... hablando más de la cuenta.

Entonces, nuestro propio cuerpo (a través de la mente inconsciente) nos obliga a callar, o quizá a hablar menos. En definitiva, a medir nuestras palabras.

Y ese tiempo de obligado silencio, en el fondo, es una invitación a reflexionar sobre nuestras palabras; por ejemplo: "¿He sido demasiado frío al hablar?", "¿Soy de los que no se callan ni una... pase lo que pase y caiga quien caiga?", o "¿Me esfuerzo demasiado en intentar convencer a los demás?".

La sanación de la afonía pasa por ser más comedido y cálido a la hora de hablar. Esencialmente.

Porque una voz que nace del amor, es decir, de la alegría, del cariño, de la comprensión...
...difícilmente podrá ser acallada por la vida.

Comentarios