Mis endulzantes preferidos


Un seguidor de Facebook, hace ya algunas semanas, me pidió que escribiera un artículo hablando sobre los endulzantes. Así que aquí te dejo el artículo en cuestión, Fran; basado, cómo no, en mi propia experiencia.

Yo, personalmente, no endulzo nada, pero en mi casa tengo azúcar panela, con la que alimento mi kéfir de agua, el cual uso habitualmente como probiótico. Y también por si algún invitado quiere endulzar una infusión.

La verdad es que no soy nada goloso. Como fruta casi todos los días, y eso cubre sobradamente mi necesidad de dulce. Aunque alguna vez me compro dátiles naturales, o el sirope de manzana de «Cal Valls», que tomo sobre alguna tortita de arroz. Pero muy de tarde en tarde.

Conviene señalar que mi madre fue una mujer especialmente dulce conmigo, por lo que, incluso de niño, nunca sentí pulsión por el dulce. De hecho, me provocaba bastante indiferencia. Aunque cuando lo tomaba, lo disfrutaba.

A la miel le tengo un especial cariño, y un gran respeto, a pesar de que no la consuma regularmente. El caso es que tomarla me provoca un cierto conflicto interno. Y aunque sé que las abejas producen tres veces más miel de la que necesitan, también sé que para que yo tome una cucharada de miel unas doce abejas han de trabajar toda su vida. 

Si lo pienso, me perturba la idea de que un animal trabaje para mí, o bien que yo, de alguna manera, me aproveche de su trabajo. Las abejas me parecen unos seres tan dignos y tan civilizados... Son capaces de vivir en comunidades de decenas de miles de individuos, todos juntos, y no tener ningún conflicto jamás. Siempre cooperando en perfecta armonía para salir adelante juntos. Qué gran ejemplo de dignidad y de espiritualidad. En fin...

Como os decía, la miel es el endulzante con más propiedades medicinales. Cosa que no sorprende. Es lo que pasa cuando se recoge la esencia de las flores (el néctar) y ésta es procesada por un ser amoroso y con una vibración altísima (la abeja). 

De uvas a peras (que también son muy dulces, y me encantan), y en verano, puedo hacer horchata en casa. Y me gusta endulzarla con sirope de arce, que se podría decir que es mi endulzante alimentario preferido. Y ya os digo que una horchata de chufa endulzada con sirope de arce es una experiencia que todo ser humano debería probar, al menos, una vez en su vida. A mí me parece tremendamente deliciosa. De hecho, no he probado nada igual.

Bueno... en realidad, existe un endulzante que me gusta todavía más que el sirope de arce, y que, con toda certeza, posee aún más propiedades curativas que la propia miel: los besos.

Doy fe de ello...

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