Panaceas


Panacea es una palabra proveniente del griego que resulta de la unión entre pan (todo) y akos (remedio), por lo que se traduciría como remedio para todo.

Una panacea no es que, necesariamente, pueda curarlo todo, ni a todo el mundo, pero sí que es un alimento, una planta, una sustancia o un producto que, debido a sus propiedades, y como mínimo, puede mejorar un amplio espectro de dolencias o afecciones.

A lo largo de todos los años que llevo dedicándome personal y profesionalmente al campo de la salud natural, he tenido la ocasión de comprobar, en mí mismo, y en personas de mi entorno, los efectos de algunas panaceas. Y de todas ellas, mis preferidas, por sus numerosas propiedades y gran poder curativo, son:

  • EL SOL. El Sol es medicinal y terapéutico, si, y sólo si, se toma hasta dos horas después de que salga y hasta dos horas antes de que se ponga. Fuera de esa franja, puede llegar a ser muy peligroso, o incluso mortal (cáncer de piel). Sin embargo, el Sol, tomado de forma inteligente, tiende a revitalizar el cuerpo, potencia el sistema inmunitario, genera endorfinas, tonifica el sistema nervioso, atenúa la depresión o la tristeza y da alegría y ganas de vivir. Además, ayuda a conectar con la Polaridad Masculina (valor, coraje, determinación, fuerza, asertividad, confianza, solvencia...) y a disolver posibles conflictos con la figura paterna.
  • EL AJO. Antibacteriano, antivírico, antifúngico y antiparasitario de primer orden. Prácticamente, imbatible. Doy fe de ello. Su poder es descomunal (obviamente, crudo y en dosis terapéuticas). Sus inconvenientes: personas con el estómago delicado, y el mal aliento que inevitablemente provoca.
  • EL ALOE VERA. Uno de los regeneradores más potentes que conozco, tanto a nivel interno como para la piel.
  • LA ARCILLA. Puede que la arcilla fuera una de las primeras medicinas que utilizó el ser humano, incluso cuando todavía éramos primates. Después del Sol, es la más barata, y una de las más eficaces. Puede mejorar o resolver afecciones internas, aun aplicada sobre la piel, porque su poder de acción penetra varios centímetros por debajo de ella. Incluso puede ingerirse diluida con agua (arcilla blanca especial). Es extraordinaria para cicatrizar, para desinflamar, para regenerar, para eliminar toxinas (incluso radiación) y para conectarnos con la Polaridad Femenina (respeto, delicadeza, dulzura, empatía, compasión...).
  • LAS HOJAS DE OLIVO. Sencillamente, increíbles. Hasta la fecha, no he conocido nada mejor. Las he visto mejorar todo tipo de afecciones, dolores y condiciones patológicas en relativamente poco tiempo. También aumentan la energía vital, tonifican el sistema nervioso, alcalinizan la sangre, depuran el organismo (hígado, riñones y pulmones), regeneran los órganos y la piel, y un largo etcétera. Pero para que las hojas de olivo alcancen su mayor potencia curativa es necesario hacerles una decocción "en frío" (sólo conozco una empresa que lo haga), partiendo de hojas frescas (no secas), ecológicas y de olivos centenarios o milenarios. Sólo este procedimiento permite mantener activos y estables los múltiples principios activos medicinales que contienen. Por lo demás, a nivel físico, dan fuerza y longevidad. Y a nivel psíquico y emocional, resistencia, equilibrio, solidez y sensación de arraigo.

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