Uno de los peores errores en la comunicación



Imaginemos, por un momento, la siguiente escena: dos personas están conversando y una de ellas le está contando a la otra un problema que tiene. Puede ser una situación que le cause malestar, incomodidad, dolor, angustia o sufrimiento. Total, que, en un momento dado, la otra persona, la que le está escuchando, va y le dice algo como:

- No es para que te pongas así.
- Tampoco es para tanto.
- Eso no tiene tanta importancia.
- Qué exagerado eres.
- Creo que esto te afecta demasiado.
- No entiendo por qué estás tan preocupado.

La cuestión es: este tipo de comentarios, ¿ayudan al que tiene el problema? Verdaderamente, ¿le hacen sentir mejor? ¿Contribuyen a un acercamiento? ¿Reconfortan al que lo está pasando mal? Desde luego, los comentarios anteriores pueden generar todo tipo de reacciones menos empatía.

Comprendamos, por ejemplo, que para una persona que trata a su mascota como a un ser humano, la muerte del animal puede suponer una dolorosa tragedia. Como puede ser, igualmente, para un niño pequeño, que otro niño le quite su juguete preferido en el parque. O para un deportista que lleva meses entrenando, romperse una pierna el día previo a una competición.

Pues bien, este es uno de los errores más habituales que he observado en la comunicación entre personas: quitarle importancia a los problemas de los demás. Hazlo, y automáticamente provocarás un sentimiento de antipatía (lo contrario a la empatía) en tu interlocutor.

Lo primero que necesita una persona que nos está contando un problema es sentirse escuchada, que la atendamos, que la miremos a los ojos, que tratemos de ponernos en su piel. Pero no necesita que le restemos importancia a lo que está viviendo o sintiendo, ni tampoco que le ofrezcamos una solución (máxime, si no nos ha pedido ayuda).

En estos casos, yo soy partidario de utilizar frases que simplemente expresen cercanía, cariño y disponibilidad. Frases como, por ejemplo:

- Si me lo quieres contar, te escucho.
- Cuentas con todo mi apoyo.
- Creo que te comprendo.
- Me pongo en tu lugar.
- Sé que no es fácil.
- Estoy contigo.

Y si la persona necesita algo más de nosotros, estemos tranquilos, que ya nos lo pedirá.

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