Para mí, la sabiduría es la capacidad de un ser humano para saber lo que más le conviene en cada momento, y, además de saberlo, hacerlo. Por tanto, la sabiduría sería más una actitud que un conocimiento. Una actitud inteligente ante la vida.
Dicha actitud implica grandes dosis de FLEXIBILIDAD y de ADAPTACIÓN.
Lo que puede ser estupendo en un momento dado puede ser nefasto en otro.
Lo que puede ser acertado en un determinado lugar puede ser un desatino en otro sitio.
Lo que puede resbalar a una persona puede herir enormemente a otra.
La ideología que te sirvió en una etapa de tu vida puede haberse quedado obsoleta.
Esa personalidad que has ido forjando con el tiempo y que te ha traído hasta el momento presente quizá requiera de alguna modificación para llevarte aún más lejos... o más alto.
En definitiva, la persona sabia, ya sea a través de su intuición o de su mente, buscará en cada momento de su vida la mayor armonía y felicidad posibles, tanto para sí misma, como para las personas de su entorno.
No en vano, la sabiduría es, en el fondo, una de las muchas caras que tiene el amor.
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