Pensamientos y emociones



Es un hecho comprobado que el alimentar pensamientos negativos y recrearse en emociones dañinas puede ser muy perjudicial, incluso puede terminar arruinando la vida de una persona. Básicamente, porque no hay nada más poderoso en el Universo que la combinación de pensamientos y emociones.

Fijémonos en que el mero hecho de recordar un acontecimiento muy humillante u ofensivo, y darle un poco de espacio en nuestra mente, puede desencadenar una emoción muy dolorosa, de rabia o resentimiento, capaz de provocarnos acidez de estómago en apenas unos minutos.

O el pensar durante unos pocos segundos en una escena erótica imaginaria puede provocarnos una excitación (emoción) casi inmediata en nuestro cuerpo.

Y es que los pensamientos y las emociones no necesitan días, semanas, meses o años para provocar reacciones o cambios en nuestras vidas. Los pensamientos, y las emociones que se derivan de ellos, pueden deprimir nuestro sistema inmunitario de forma casi inmediata. O pueden llevarnos de la tristeza a la alegría en lo que dura un suspiro.

El caso es que la mayoría de las veces los seres humanos estamos a merced de nuestros pensamientos y emociones. No los controlamos. Nos dejamos llevar por ellos... hasta donde sea que nos conduzcan. Y cuando la naturaleza de esos pensamientos y de esas emociones es destructiva, ellos nos conducen, por ejemplo, a la soledad, a la precariedad, a la escasez, a la enfermedad, al dolor o al sufrimiento.

Sin embargo, todos tenemos un gran aliado, un as en la manga, el mayor tesoro que posee un ser humano: su imaginación; la perfecta aliada de la mente cuántica.

Con nuestra imaginación podemos decidir, con detalle y con precisión, a qué tipo de pensamientos les damos espacio, cuerpo y peso. Por ejemplo, pensamientos de riqueza, de salud, de armonía, de amor. Y también podemos asociar emociones a esos mismos pensamientos, para darles más fuerza, más empuje y más poder.

Tengámoslo en cuenta: un pensamiento repetido sistemáticamente en nuestra imaginación, sobre todo si va asociado a una emoción intensa, está condenado a materializarse, más bien pronto que tarde, en nuestras vidas.

Y es que, como dioses que somos de nuestra propia realidad,
creamos lo que creemos...
...y lo que sentimos.

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