Las mujeres y sus hormonas



Hoy comparto con vosotros un pequeño resumen de algunas de mis observaciones a nivel personal y profesional sobre esta cuestión que afecta a tantas mujeres, agradeciendo a muchas de ellas que me hayan confirmado con sus vivencias esta información.

¿Cómo podría una mujer saber, de una forma objetiva y fiable, si su estilo de vida es realmente saludable? ¿Y si sus decisiones son las más adecuadas? ¿Y cómo saber si su forma de comportarse está alineada con su propia esencia femenina?

Pues si su estilo de vida, sus decisiones y su forma de comportarse le llevan a un estado elevado de salud y su sistema hormonal está cada vez más equilibrado, entonces es que está acertando con su estilo de vida, sus decisiones y su forma de comportarse. Es decir, su propio cuerpo, y dentro de él, su sistema hormonal, como una expresión perfecta de la Naturaleza que son, le darán la señal o el aviso de cómo fluyen las cosas: si por un camino de equilibrio y armonía o por uno de desequilibrio, conflicto o enfermedad. Así de simple.

Más allá de las cromosómicas y de las orgánicas, una de las grandes diferencias entre hombres y mujeres la marca nuestro sistema hormonal. En las mujeres, las hormonas predominantes son los estrógenos y la progesterona, mientras que en los hombres son los andrógenos y la testosterona; aunque las mujeres también poseen una cierta cantidad de hormonas masculinas (igual que los hombres poseemos una cierta cantidad de hormonas femeninas).

Si hablamos de mujeres y de sus hormonas, los problemas aparecen cuando los niveles de hormonas femeninas (energía Yin) disminuyen significativamente y/o aumentan excesivamente los de las hormonas masculinas (energía Yang). Esto puede provocar con muchísima frecuencia efectos claramente visibles, como, por ejemplo, un aumento del vello facial y corporal, o desarreglos y dolores menstruales, e incluso, cambios en el carácter, el cual se puede volver más insensible, menos empático o más agresivo.

Llegados a este punto, conviene resaltar algo muy importante: la relación entre una mujer y su sistema hormonal se establece mediante un flujo de doble sentido, es decir, que su sistema hormonal es un espejo de su propia forma de ser, y su forma de ser es, a su vez, un fiel espejo de su sistema hormonal.

Y ahora la gran pregunta, ¿qué desequilibra el sistema hormonal de una mujer?

Son muchos y variados los factores. Por ejemplo: la dieta. Una dieta rica en carnes, sal o comestibles refinados y pobre en fitoestrógenos (como la alfalfa o las semillas de lino), frutas o alimentos integrales.

Otro factor es la conducta. Por ejemplo: la falta de sensibilidad, de empatía o el exceso de agresividad (aunque sea verbal).

Uno esencial: conflictos inconscientes relacionados con la figura de su madre.

Factores sociológicos: como la adopción de roles o ideologías que supongan un enfrentamiento con lo masculino, con la figura del padre o un alejamiento de la propia Polaridad Femenina (y sus correspondientes características intrínsecas).

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