Es el amor el que nos cura



A primera vista, podríamos creer que ha sido un medicamento el que nos ha salvado. O tal vez, la infusión de tomillo, clavo y jengibre. Quizá la arcilla, el agua de mar, los alimentos ecológicos e integrales, las irrigaciones del colon o el ayuno.

En otros casos, la causa de la curación podría parecer que fue ese magnífico terapeuta del que nos hablaron y que tuvimos la suerte de visitar. O, a lo mejor, esas constelaciones familiares que hicimos en grupo hace un tiempo. O bien, el delicado trabajo para armonizar la relación con nuestros padres. O las visualizaciones, o las afirmaciones positivas, o el trabajar adecuadamente con nuestra mente cuántica...

Sin embargo, en todos esos casos, y en el fondo, es el amor el que nos cura. 

Sí, es el amor por la vida. El amor por esas personas por las que nuestro corazón late con fuerza y con brío. El amor por nuestro trabajo, por servir a los demás o por nuestro bendito planeta. El amor por un proyecto inacabado, por un ideal, por un precioso sueño... O el propio amor por nosotros mismos. Acaso el más importante de todos.

Definitiva y rotundamente, es el amor el que nos salva
(de todo aquello que un ser humano puede ser salvado);
el que nos rescata, eleva y renueva;
el que dulcemente trasciende
nuestras sombras.

Es el amor,
esencialmente el amor,
el que verdaderamente nos cura.

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