El primer paso para sanar una relación


Cuando una persona pretende curarse a través de la medicina convencional asume un papel pasivo frente al médico, el cual adopta el papel activo. Además, el eje de la terapia médica (alopática) se basará en los fármacos o en la cirugía, pero rara vez se le planteará al paciente la conveniencia de cuestionarse a sí mismo (ya que desde esta visión él no es responsable de nada), replantearse su vida o cambiar ciertas actitudes. Con lo cual, será fácil que la enfermedad se cronifique o no termine de curarse. O bien que se "cure" momentáneamente pero que con el tiempo vuelva a manifestarse (incluso años o décadas más tarde).

Sin embargo, cuando una persona pretende curarse a través de la medicina natural el planteamiento es muy diferente. Sobre todo, porque el paciente se responsabiliza de su salud, toma las riendas de la misma y adopta un papel activo desde el primer momento. Y porque sabe (a instancias del profesional que le atiende) que tendrá que cuestionarse a sí mismo y cambiar algunos aspectos más o menos importantes de su vida, como ciertos hábitos o actitudes.

Si de lo que hablamos es de medicina natural, existe un principio universal en todas las tradiciones milenarias. Me refiero al primer paso que hay que dar para curarse, y este paso es muy simple y muy claro: LIMPIAR(SE).

Son las toxinas que ya hay en tu cuerpo, y las que entran desde fuera, las que lo dañan en primera instancia. Las que causan molestias. Las que provocan dolor y sufrimiento. Un cuerpo libre de toxinas no puede estar enfermo. Así de simple.

Este proceso de limpieza interna, según los casos, puede llevarse a cabo de distintas maneras, por ejemplo, mediante un ayuno, un semiayuno (de frutas, por ejemplo), zumos detox, saunas, colonterapias, arcilla, caldos depurativos, etc., etc. Aunque bien es cierto que si en tu cuerpo existen toxinas especialmente dañinas o difíciles de eliminar (como los metales pesados o la radiación), entonces tendrás que hacer un proceso "extra" de limpieza, algo más específico para eliminar esas toxinas "rebeldes" (terapia de quelación).

Pero insisto: lo primero es sacar de tu cuerpo las toxinas que lo están enfermando y, al mismo tiempo (y no menos importante), impedir que nuevas toxinas entren en él (a través de la bollería, el café, el tabaco, el azúcar o el combinar los alimentos inadecuadamente).

Pues bien, si tú deseas sanar tu relación (ya sea de pareja, o con tu padre/madre, con un amigo, familiar...), porque sientes que dicha relación se ha deteriorado, porque hay algo en ella que no funciona o bien porque se repiten ciertos patrones que te duelen o te hacen sufrir, lo primero, lo natural, es LIMPIAR(OS), es decir, eliminar esos elementos tóxicos que envenenan y enferman vuestra relación. Eso no significa que vosotros seáis tóxicos, ni que vuestra relación (toda ella) sea tóxica. Significa que en ella hay elementos tóxicos, concretos, que conviene identificar (tomar conciencia, reconocer) y eliminar. De la misma forma que el cuerpo humano, cuando está sano, se queda con lo que le interesa (nutrientes) y elimina lo que no le interesa ni conviene (toxinas).

Algo que puede ayudar enormemente en ese proceso de limpieza es propiciar un contexto en el que ambas partes (tú y la otra persona) os co-escuchéis. Es decir, cada uno expresa ante el otro lo que necesita o desea para sentirse a gusto en esa relación, sin entrar en un diálogo ni en un debate. Uno se expresa y el otro escucha. Simplemente. Y con esa información, el otro puede deducir fácilmente qué es lo que NO ayuda a que la otra persona se sienta a gusto, es decir, lo que causa toxicidad en la relación. Por ejemplo: no respetar el espacio del otro, no cumplir algo acordado, ser demasiado insistente, expresar desconfianza o quejarse continuamente...

Pueden ser muy variados los mecanismos, hábitos o actitudes tóxicos que, sin darnos cuenta, activamos cuando nos relacionamos con otra persona. Pero, aparte de nosotros mismos, esa otra persona con la que mantenemos una relación íntima puede ser una de las más adecuadas para ayudarnos a ver aquello que nosotros no conseguimos ver por nosotros mismos. Y es que por muy buena vista que tengas (suponiendo que la tengas), nunca podrás verte la nuca, o la rabadilla... a menos que te ayudes con un espejo. Y eso es lo que puede hacer el otro por ti: ayudarte a que veas lo que tú no alcanzas a ver de ti mismo.

Recordemos: independientemente de lo que esté sucediendo en tu relación, limpiarte (limpiaros) seguro que os vendrá bien y os ayudará en vuestro proceso. Y si lo que pretendéis es sanarla, desde luego esa limpieza será el primer paso, el más conveniente, el más inteligente.

Vamos, lo imprescindible.

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