La experiencia de Ángela en mi consulta


En el otoño de 2015, Ángela, que me había visto en una conferencia, decidió acudir a mi consulta con la intención de mejorar su salud, esclarecer algunas dudas para quedarse más tranquila y aprender.

Gracias a los cambios que poco a poco fue llevando a cabo según mis recomendaciones, en pocos meses, su salud se normalizó por completo, sus dudas se despejaron, y, por si fuera poco, adquirió una visión de la realidad, gracias a su propia experiencia, que recientemente se ha animado a compartir con nosotros.

Por mi parte, me alegra enormemente que Ángela alcanzara todos los objetivos que le llevaron a mi consulta, y, sobre todo, que haya comprendido algo que ella define muy acertadamente como la metáfora del cuerpo.

Para mí ha sido como leer poesía, dice en su testimonio. Y así es. Porque nuestro cuerpo no es sino un fiel reflejo de lo que nosotros somos, y sus enfermedades, desarreglos y disfunciones conforman una metáfora muy precisa de cómo afrontamos la vida.

Sin más, os dejo con sus palabras para que las disfrutéis.

Y a ti, Ángela, muchas gracias por tu confianza.

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9 de Julio de 2017

Estimado Carlos,

Hace tiempo que deseaba mandarte estas líneas. En mente estaba claro el porqué de mi agradecimiento, pero más ha costado convertirlo en palabras que no se pierdan en el montón.

Quiero quedarme con una idea central que engloba muchos de los aspectos aprendidos contigo. Un concepto que me ha gustado llamar la metáfora del cuerpo. ¿Qué es esto? Para mí ha sido como leer poesía. Al principio, me costó. Ni la disfrutaba ni la entendía. Un cúmulo de letras que no dejaban rastro en mi memoria, en mi existencia. Más tarde, por múltiples razones, entre las cuales se encuentra entender información como la que tú me diste, mi organismo se empezó a abrir. Es decir, empecé a ser capaz de entender más ideas, conceptos, conocimiento, personas, vida. Ahí empecé a disfrutar de objetos como la poesía. Digo objetos porque, aunque impalpables, son como una herramienta: funcional, útil, y eterna, hecha de ningún material. Y así lo ha sido también la metáfora del cuerpo. 

El cuerpo me dio señales de desorden que debía interpretar, entender la metáfora. Señales físicas y señales mentales. Es fácil poner una tirita en un corte que sangra o ingerir un somnífero una noche de insomnio. Pero más complicado es saber porqué se producen tales síntomas en un organismo. Interpretarlos, viajar hasta las situaciones que los provocan, cambiar algo ahí, cueste más tiempo o menos, y volver a estar sano. 

Esto que he resumido aquí en unos pocos párrafos, se ha traducido en meses de observación, de experiencias, de apertura a nuevos conocimientos, o viejos conocimientos que antes no comprendía por no estar en el estado apropiado para hacerlo. En definitiva, meses de completa normalidad, pero absoluto cambio. 

En lugar de recordar en detalle cuáles fueron mis síntomas, mi enfermedad, entendiendo enfermedad como todo aquel desorden físico y mental del organismo, prefiero decirte que estoy sana. Y me atrevo a decir que un poquito más bella y sabia desde que te conocí. 

Muchas gracias,

Ángela

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