La influencia de los pensamientos y emociones en el cuerpo


Quizá a algunas personas que nunca se hayan parado a pensarlo o a investigar sobre el tema, pueda sonarles extraño oír algo como que el origen de las enfermedades radica en las emociones desagradables y en los pensamientos negativos. Sobre todo, porque hemos nacido y crecido en un contexto sociocultural en el cual se nos ha enseñado que la causa de las mismas está en los virus, las bacterias, los agentes tóxicos, la herencia, o incluso la mala suerte. Como se puede apreciar, siempre causas ajenas a nosotros, sobre las que no tenemos ninguna responsabilidad y cuya solución no depende de nosotros sino de terceros.

Sin embargo, os invito a pensar en lo siguiente. Puede suceder, fácilmente, que una persona que siente enfado o rabia comience a experimentar acidez en cuestión de segundos. No es que esa persona le haya dado la orden de segregar mucho ácido a su estómago sino que su estómago, por sí solo, lo genera ante esas emociones. También puede suceder que una persona empiece a tener un pensamiento erótico y descubra a los pocos segundos que se está excitando. Y no es que esa persona le haya ordenado excitarse a sus genitales, sino que es algo que sucede de manera completamente natural y espontánea, sin que intervenga la voluntad de nadie.

Estos hechos demuestran, no sólo que las emociones y los pensamientos tienen una influencia directa sobre nuestro cuerpo, sino que dicha influencia, a veces, puede ser prácticamente instantánea.

Ahora, os invito a reflexionar sobre esto: una emoción desagradable o un pensamiento negativo que se sostiene y se prolonga en el tiempo, ¿podría no tener ninguna influencia en el organismo de una persona? O dicho de otro modo: días, semanas, meses o años sintiendo rabia, frustración, abandono, resentimiento, impotencia o culpabilidad, por ejemplo, ¿pueden no afectar en modo alguno al organismo de una persona?

Podemos salir de dudas cuando tenemos la oportunidad de conocer cuándo fue el momento o el período en el que una persona comenzó a enfermar. Si lo hacemos, comprobaremos que ese punto siempre coincide con un momento o con un período perturbador en la vida de esa persona. Una perturbación que puede ser la expresión de un conflicto con otra persona o con uno mismo. Puede ser algo visible y notorio o algo que uno vive amargamente y en silencio, sin que nadie note nada.

Desde esta perspectiva holística, los virus, las bacterias, los agentes tóxicos o la genética tienen mucho que ver con la enfermedad, pero son factores que sólo se pueden manifestar en un terreno abonado previamente. Un terreno en el que los pensamientos negativos y las emociones destructivas desempeñan un papel decisivo y protagonista.

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