Ayudando a sanar emociones con los alimentos (Trofoterapia emocional)

Papá: Vengo a usted porque tengo un desafío y no sé cómo afrontarlo.
Trofoterapeuta emocional: Cuéntame, Ángel, te escucho.
Papá: Tengo un hijo de seis años, con un carácter muy alegre, muy despierto... Es un niño muy especial. Y bueno... el caso es que hace un par de semanas que murió su perro. Estaba muy unido a él... y... pues el crío ahora está muy triste, gris, apagado, sin vida... Me gustaría poder contar con algo de ayuda, porque aparte de lo que yo le estoy aportando como padre y como persona, desearía disponer de otras herramientas. Por eso he pensado en usted. ¿Podría hacer algo por él?
T.E.: Lo haremos juntos, ¿vale?
Papá: Claro que sí, lo que haga falta.
T. E.: Toma buena nota de lo que voy a decirte, Ángel. Aparte de tu cariño, tu ternura, tu apoyo y tu comprensión, la alimentación puede ayudarle mucho. En este sentido, te sugiero lo siguiente: prepárale sopas y sémolas elaboradas con caldo de col lombarda, ajo y jengibre. El color violeta de la col lombarda le ayudará a subir su vibración, le dará una sensación de protección y le facilitará el transmutar sus pensamientos y sus emociones. El ajo le ayudará a disolver el dolor y el sufrimiento, purificará su alma y propiciará en él el movimiento y la fluidez con los acontecimientos de la vida. El jengibre, por su parte, le dará calor a su corazón, para que éste se ablande y se expanda, y para que se manifieste sin obstáculos lo que lleva dentro.
Papá: Voy tomando nota...
T. E.: Es muy importante que su dieta incluya alimentos integrales, como el pan y la pasta de espelta, el arroz integral, y alimentos como el mijo, la quinoa y la avena. Te explico: el alimento integral le ayudará a recomponerse interiormente, a recuperar la integridad perdida. Precisamente, porque el crío ha sentido que perdía algo que formaba parte de él, de su ser, de su vida. Porque se siente roto por dentro. Y también, será su alimento de soporte, el que le sostenga, el que le confiera el aliento y el empuje que necesita para salir del punto en el que se encuentra. Las sopas o cremas de avena, por su parte, harán que las aristas y los vértices puntiagudos de su vida se redondeen, aportando amabilidad y suavidad allí donde más se necesitan.
Papá: Suena estupendo. ¿Y le puedo dar lácteos? Ya sé que no son muy saludables, pero últimamente me los pide mucho, no sé por qué.
T. E.: ¿Y su madre?
Papá: Soy viudo.
T. E.: Entiendo... Verás, el crío te pide lácteos porque la leche la producen las mamás, y ese alimento simboliza y representa la feminidad, el cariño, la ternura, el cuidado, la protección, el calor, el amor... Por eso, los lácteos tiran tanto a las personas, y en particular a los niños. Mi recomendación es que le des, sólo durante una temporada, y nunca como postre, algún yogur ecológico de leche de cabra, endulzado con azúcar panela. A través de ese alimento, podrá conectar con la energía de lo femenino, de la madre, y de inmediato se sentirá reconfortado y aliviado. La panela, además, sumará dulzura al conjunto, contrarrestando la amargura que ahora mismo invade su alma.
Papá: Fenomenal. ¿Y alguna cosa más?
T. E.: Sí, quizá lo más importante. Que coma fruta, y por lo menos una ensalada al mediodía. Una ensalada llena de color pero sin demasiados ingredientes. Si puedes conseguir flores comestibles, que las lleve. ¿Me explico? Color, viveza, frescura, vida. Eso es lo que le dará la ensalada: ganas de vivir y de crecer, y fluidez, por toda el agua que llevan esos vegetales. Y algo imprescindible, Ángel: preparad juntos la comida siempre que podáis. Eso os ayudará sobremanera a reforzar y potenciar el vínculo que os une, y también será una manera de que tú puedas aportarle a él tu fuerza, tu vigor, tu seguridad, tu coraje, y, en definitiva, tu polo masculino. El crío necesita todo eso, como agua de mayo, para poder afrontar resueltamente el reto que le plantea ahora mismo la vida.
Papá: Excelente. He tomado muy buena nota de todo.
T. E.: Pues, de momento, eso es todo, Ángel. Estamos en contacto. Nos vemos dentro de un mes y ya me cuentas.
Papá: Muy bien. Ha sido un placer. Muchísimas gracias.
T. E.: Gracias a ti. El placer ha sido mío, por poder serviros.

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