¿Qué vitaminas son esenciales para los niños?

La raíz de la palabra vitamina, su esencia, es otra palabra latina: vita, que significa vida. Por tanto, la palabra vitamina podría definirse, literalmente, como una sustancia capaz de dar vida. Sin ellas, sin las vitaminas, la vida del ser humano se marchita y finalmente se apaga (avitaminosis severa).

Según mi criterio, los niños pequeños tienen unos requerimientos específicos de vitaminas que se hacen imprescindibles para su adecuado equilibrio (físico, mental, emocional y espiritual), desarrollo y crecimiento. Vamos a ver a continuación cuáles son las vitaminas implicadas en este conjunto. Pero recordando primero lo que significa la palabra vitamina: que da vida.

Vitamina A. ABRAZOS: Se trata de una vitamina fundamental porque supone la primera forma de contacto entre el niño y la madre, una vez que aquél ya ha salido del ámbito protector del útero. El abrazo le aporta una sensación de identidad corpórea (Estoy vivo y existo / Yo soy) y de seguridad (Todo va bien / Estoy a salvo), da presencia a la madre (Estoy aquí, contigo), el ser nutricio, la donante. E, igualmente, refuerza el vínculo de apego que permitirá al niño convertido en adulto poder ejercer el desapego (lo opuesto a la dependencia). Personalmente, me parece muy recomendable darles abrazos con el cuerpo entero, no sólo con los brazos. Fijémonos que los brazos son sólo una parte de la palabra abrazos. Yo abundaría en esto y diría que la palabra abrazos se compone de además+brazos, es decir, además de los brazos... podemos usar todo el cuerpo. Así potenciamos el intercambio energético y multiplicamos la sensación de presencia y de corporeidad.

Vitamina B. BESOS: Un beso se da con los labios. Y los labios son unas de las partes externas más tiernas del cuerpo humano. Por consiguiente, cuando se asocian a un beso, se erigen en un símbolo de ternura. Luego, cada niño es un mundo, y tiene su propia personalidad. Hay niños que irradian una energía muy dinámica y vigorosa que recibirán fácilmente unos besos suaves, no apretados, y cortos (de duración). Porque esos besos actuarán como un mecanismo compensatorio de su intensidad, con lo que la balanza se equilibra. Sin embargo, otros niños son más introvertidos o reposados, o simplemente están tristes, o faltos de energía, y éstos recibirán fácilmente otro tipo de besos más apretados, que sean capaces de transmitirles fuerza, ánimo, confianza y presencia. Asimismo, el que un beso sea sonoro o silencioso también dice mucho de quien lo da, porque ese sonido es como una voz que quiere decir algo, algo como: Te amo, o Me gustas, o Estoy aquí, o Eres precioso. Finalmente, está el factor duración: un beso suave y largo denota amor profundo. Un beso corto e intenso pone de relieve emoción, simpatía o alegría.

OBSERVACIÓN: cuando van juntas las vitaminas A y B se puede llegar a crear una sinergia de extraordinaria potencia.

Vitamina C. CARICIAS: El que un bebé reciba un dulce baño de caricias periódicamente es una sana costumbre cuyos beneficios serían incontables, porque esa energía que se le transmite, ya sea del padre, de la madre, de un hermano o de una abuela, por ejemplo, repercute favorablemente en su memoria celular, ejerciendo un efecto sanador ante posibles microtraumas acontecidos durante su gestación. La caricia en el niño es un movimiento corpóreo en el que el adulto, consciente o inconscientemente, le transmite su vibración, tanto si está inquieto o preocupado, como si está aquietado y confiado. Es un trasvase en toda regla en el que hay un donante (el adulto) y un receptor (el niño). Por otro lado, destacaría dos tipos de caricias tremendamente reconfortantes y sanadoras. Por una parte, las caricias suaves y lentas del pelo o sobre la cabeza, en especial cuando la energía mental del niño está muy agitada. Y por otro lado, el colocar la mano sobre su pecho, especialmente si no se interpone la ropa entre la palma y aquél (para que el calor pueda llegar al corazón). Os podría hablar largo y tendido sobre los maravillosos y sorprendentes efectos, a veces instantáneos, que este simple gesto puede tener en un niño (sobre todo, si el niño está agitado, triste o atravesando por un bloqueo emocional), pero prefiero que lo experimentéis vosotros sin sentiros condicionados, que lo disfrutéis y que saquéis vuestras propias conclusiones. Sólo añadir, a todo lo dicho, que unas manos frías no pueden transmitir lo mismo que unas tibias o calientes. Primero, porque la energía del donante no fluye igual; y porque el receptor, según los casos, puede experimentar un mayor o menor rechazo.

Vitamina D. DIÁLOGO: Una gran parte de los conflictos y desencuentros que surgen entre los seres humanos provienen de ciertos obstáculos o interferencias en la comunicación, incluso en el propio hecho de no darle a la comunicación un espacio y un tiempo para que se pueda manifestar un adecuado intercambio de información entre las partes. A ese intercambio de información, revestido de armonía, yo lo denomino diálogo. Éste facilita y permite conocer la realidad ajena de una forma más precisa y genuina, y llegar ahí donde no llegamos con nuestra percepción cognitiva o con nuestra intuición. Es decir, saber, por boca del otro, en primera persona, lo que piensa y lo que siente. Y luego, dependiendo de cómo procesemos y gestionemos esa información, podemos estar en mejor disposición de comprender al otro, y de acercarnos a él sin que se sienta perturbado o invadido. El diálogo, al fin y a la postre, es eso que podría haber evitado tantas guerras, tantas disputas y tantos conflictos interpersonales, y que por el simple hecho de estar ausente o deficitario en una comunidad humana, ésta tiende a deteriorarse y a fragmentarse. De aquí se desprende la conveniencia de fomentar el diálogo con los niños, de ir transformando esos viejos paradigmas de Lo haces porque sí, y punto o No lo haces porque te lo digo yo en otro paradigma mucho más constructivo y amoroso en el que la palabra, la explicación y el argumento dan sentido y cohesión a las cosas. ¿Y qué mejor forma de fomentar el espíritu dialogante en un niño que practicando el diálogo con él?

Vitamina E. EMPATÍA: La empatía es una forma de acercamiento mediante la cual el niño se identifica mental y/o afectivamente con el estado de ánimo del adulto, o viceversa. Un fenómeno que puede darse de forma espontánea, pero que, igualmente, se puede generar voluntariamente (simpatía). Y, a este respecto, cabe imaginar que un adulto pueda tener más capacidad que un niño para generar empatía. El adulto, por el hecho de ser más maduro y de tener más tablas, está en mejores condiciones para adecuarse al universo infantil (y no al revés). Sobre todo, porque el adulto ya fue niño en el pasado, y algo de aquella etapa pervive latiendo en su ser. Por eso, una forma muy eficaz de que el adulto conecte rápida y fácilmente con el niño que tiene delante es que saque a la luz su niño interior. Esto viene a significar que si un adulto pretende comprender cómo un niño ve y siente la realidad, siempre será más fácil pedirle al adulto que se agache que pedirle al niño que se suba a una escalera.

Vitamina H. HUMOR: Hace tiempo que descubrí que también los animales tienen alma y son capaces de amar (de forma incondicional, además). Lo que no tengo tan claro es que posean sentido del humor. Y tal vez sea eso lo que más nos diferencia de ellos: la capacidad de reír, de hacer bromas, de ironizar, de sacarle punta a las cosas de forma graciosa, de relativizar la realidad de un modo divertido, o hilarante. Y es que, sea como sea la existencia de un niño, siempre será mucho más grata si consigue gestar en su infancia y desarrollar en su vida adulta el sentido del humor. Porque el humor, además de ser un vehículo de expresión de la alegría, la creatividad y el ingenio, tiende puentes entre las personas, lima asperezas y redondea las aristas y los vértices puntiagudos de la vida, haciéndolos mucho más suaves y llevaderos.

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