Algunas cosas que puedes tener en cuenta si visitas a un enfermo

Es curioso cómo pequeños cambios en nuestro organismo pueden suponer una diferencia tan grande entre estar fenomenal y sentirnos hechos polvo. A decir verdad, basta con que nuestra temperatura corporal se incremente un grado y medio (de 36,5 a 38ºC) para sentirnos enfermos, decaídos y con muchas ganas de meternos en la cama.

En la recuperación de un enfermo puede influir de manera extraordinaria, decisiva, su estado de ánimo; y, por supuesto, la atmósfera que creen a su alrededor quienes le acompañen en su proceso.

A tenor de mi propia experiencia, como paciente que he sido alguna vez, y como visitante de personas enfermas en distintos momentos de mi vida, comparto ahora con vosotros algunas ideas. Por si os apetece tenerlas en cuenta a la hora de ir a visitar a una persona enferma.

Ahí van...

  • Lo primero y más importante, en mi humilde opinión, es la expresión de cariño y afecto hacia el paciente. Me parece esencial, mucho antes que hablar con él, el tocarlo. Tocarlo y mantener el contacto el mayor tiempo posible. Un abrazo, besos o caricias pueden desempeñar un papel fundamental para que el afectado experimente una mejoría inmediata. Al menos, en su estado de ánimo. Puedes confiar con que si al paciente, por lo que sea, no le apetece sentir esa afectividad, te lo hará saber o lo notarás.
  • Lo segundo sería mostrar disponibilidad, de viva voz, para ayudar en lo que el paciente necesite y pida. Si vive solo, agradecerá enormemente que le ayudes a fregar, a poner una lavadora o tender, a limpiar algo que esté sucio, a hacerle la cama, una compra o prepararle/llevarle algo de comer. Todos sabemos que cuando uno está enfermo se pierden las fuerzas y las ganas de hacer cosas. El cuerpo lo que quiere es descansar y recuperarse, y toda ayuda externa es bienvenida.
  • Puede parecer que un paciente necesite charlar, pero no siempre es así. A veces, por ejemplo cuando hay una fiebre de más de 38ºC, apetecen muy pocas cosas. Y tal como he comentado anteriormente, le vendrá mucho mejor una cierta dosis de cariño y de ternura que una charla animada. Insisto en que el contacto físico es siempre una apuesta segura. De todos modos, si te metes en una conversación, el paciente agradecerá enormemente que le insufles ánimo, aliento y buen humor. Ese es un momento óptimo para que resaltes sus cualidades y le transmitas confianza en sí mismo y en que su proceso se resolverá pronto y satisfactoriamente (esa sugestión inducida puede, en muchos casos, influir muy favorablemente en el avance de su curación).
  • Te invito a que observes al paciente (gestos, tono de voz, movimientos...) y trates de percibir sus necesidades, que quizá no sean las mismas que las tuyas. Y las suyas tienen prioridad absoluta. Si ves que tiene cierta disposición a charlar, es mejor que evites a toda costa cualquier tipo de tema desagradable. Le ayudará que le hables de temas ligeros o incluso divertidos. Pero ten presente que a veces los pacientes pueden no tener muchas ganas de cachondeo. Seguro que puedes comprenderlo y no tenérselo en cuenta.
  • Es mejor evitar actitudes paternalistas. Si el paciente es mayor de edad y está en pleno uso de sus facultades mentales, sólo necesita sentirse acompañado por ti y notar tu disponibilidad para lo que él pueda necesitar o decidir. El presionarle para que tome una decisión a la que él no ha llegado puede causarle estrés, miedo e influir muy negativamente en su estado de ánimo. Mejor compañerismo que paternalismo.
  • La enfermedad suele despertar la sensibilidad de la persona afectada, y es posible que en algún momento el paciente se emocione o llore. Si es así, le vendrá de maravilla que le animes a desahogarse, en vez de que reprima sus sentimientos. Llorar y desahogarse le puede ayudar muchísimo a eliminar toxinas psíquicas y emocionales.
  • Si tú te encuentras en un momento personal muy desagradable o experimentas un estado de ánimo conflictivo, quizá sea mejor que aplaces tu visita para una mejor ocasión. El paciente necesita positividad, fuerza, optimismo y confianza a toda costa. Lo contrario, no le ayuda en absoluto.
  • La motivación es primordial para que se recupere pronto. Basta con que le hables de algún proyecto que tenga pendiente y que le entusiasme. También puedes comentarle lo mucho que te gustaría hacer ciertas cosas con él cuando esté curado/recuperado. Si consigues que se sumerja en la escena que le describas, podrás ver cómo enseguida le cambia la cara. Y, por supuesto, a mejor.
  • Si pasan varios días y no has tenido ningún contacto con el paciente, o no sabes nada de él, mejor que no des nada por sentado, porque los acontecimientos pueden seguir un curso previsto o experimentar un quiebro repentino. La manera de saber a ciencia cierta cómo se encuentra el paciente es hablando con él personalmente o por teléfono.
  • Si te comunicas con él a distancia, seguro que agradecerá escuchar tu voz, y, quizá, el ahorrarse el trabajo de tener que teclear (sobre todo, si tiene fiebre o malestar). En mi opinión, siempre es mucho más reconfortante la conversación telefónica que el wasap. Máxime, en esas circunstancias.
  • Lo que más cura a una persona, más allá de los tratamientos y las terapias, es el amor en cualquiera de sus facetas. Y tú puedes ser un vehículo potente y eficaz para la expresión de ese amor. Tu presencia, tu entereza, tu entrega y tu cariño pueden ser decisivos en su curación.

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