La necesaria flexibilidad

Hicieron falta bastantes años para que terminara comprendiéndolo. Pero desde hace ya unos cuantos, tanto en lo personal como en lo profesional, soy cada vez más consciente de la importancia de esta actitud.

Y es que la vida, nos guste o no, ella es así, nos plantea constantes retos. Algunos de ellos, requieren de nuestras mejores aptitudes, como, por ejemplo, ser fuertes. Especialmente, para poder resistir determinadas situaciones muy desagradables sin que éstas nos destrocen.

Así y todo, yo añadiría una actitud que conforma un tándem perfecto con la fortaleza, un matrimonio muy bien avenido capaz de crear una sinergia enormemente poderosa: la flexibilidad.

FLEXIBILIDAD

Se trata de una virtud (y, como tal, puede cultivarse y desarrollarse) que nos permite adaptarnos exitosamente (alejados del dolor y del sufrimiento) a las circunstancias, independientemente de cuáles sean éstas.

El roble es tremendamente fuerte, pero un viento huracanado sería capaz de mutilarlo, o, incluso, de arrancarlo de cuajo. Más que nada, por la resistencia que ofrece al viento, la cual, llegada a un cierto punto, le puede llevar a quebrarse.

El junco parece frágil y delicado. Pero sólo en apariencia. Porque ni siquiera un vendaval sería capaz de hacer mella en él; y, menos aún, arrancarlo de cuajo. ¿El truco? Ser flexible y no ofrecer resistencia al viento. El junco, simplemente, se mece con él y lo acompaña. Y esa cualidad es la que le permite sobrevivir lejos del desastre y sin perder un ápice de su valiosa integridad.

Como digo, cada vez hago más hincapié sobre esta cuestión en mis foros de trabajo (consultas, conferencias, cursos, artículos...). Me importa, y mucho, subrayar en ellos la conveniencia de ser flexible a la hora de seguir una hoja de ruta en la vida. Porque la fuerza, que surge de la convicción y del amor, no es suficiente para alcanzar nuestras metas y disfrutar del camino que nos lleva a ellas. Hace falta algo más: flexibilidad. La que nos permitirá, si las circunstancias cambian, abandonar por un momento el plan trazado para seguir un plan mejor y más adecuado a esas nuevas e inesperadas circunstancias.

Al final, todo apego rígido a una norma o a una pauta, por excelentes que sean, puede conducirnos al dolor, al sufrimiento o a la frustración. Por eso, tal como yo lo veo, y cada vez estoy más convencido de ello, el virtuosismo, y la armonía que de él se desprende, consiste en hacer aquello que nosotros consideramos que es mejor, o simplemente lo que sentimos... pero siempre atentos y abiertos, de mente y de corazón, a lo que la vida nos vaya ofreciendo en cada momento. Contando, de antemano, con que nunca dejará de sorprendernos.

Seguro.

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