Efectos psicoemocionales de la manzana

Tal como he comentado en otras ocasiones, los alimentos poseen una serie de propiedades que ejercen ciertos beneficios sobre nuestro organismo, pero también, al mismo tiempo, sobre nuestra mente y nuestras emociones. Y es interesante, y útil, comprobar que los efectos físicos son análogos a los no físicos.

A tenor de mis comprobaciones, puedo dar fe de que la manzana es una fruta moderadamente depurativa que equilibra enormemente el organismo. Por eso mismo, también ayudará a equilibrarse y a limpiarse a toda aquella persona que se sienta sucia o que necesite librarse de algo dañino que le sobre. 

Es curioso, porque si se come con piel, la manzana es laxante; y si se come pelada, es astringente. Por eso, puede beneficiar tanto a quien padezca de estreñimiento como al que sufra de diarrea (ambos síntomas relacionados con un conflicto que tiene que ver con la porquería que a uno le sobra).

Eso sucio que uno, consciente o inconscientemente, puede sentir que está de más en su vida puede tener que ver, por ejemplo, con el aspecto físico que se tiene (expresión facial, exceso de peso, manchas en la piel, arrugas, etc.). Puede ser, asimismo, una actitud de excesiva autocrítica (crítica que, normalmente, se trasladará también hacia los demás). Otras veces, nos encontramos una actitud enfermiza en individuos obsesionados por el orden o la limpieza, personas a quienes les resulta muy difícil convivir con un cierto grado de caos.

Por eso mismo, la manzana también aliviará a quien padezca de abscesos, problemas urinarios (sobre todo, de eliminación), infecciones recurrentes, incluso manchas en la piel (aunque en estos casos puede resultar mucho más eficaz un depurativo mucho más potente, como el ajo, capaz de eliminar del organismo toxinas muy tenaces y antiguas). Todos ellos, síntomas relacionados con algo sucio.

En el plano psicoemocional, la manzana es capaz de contribuir a la depuración de pensamientos sucios (obsesiones, pesimismo, desconfianza, etc.), que, de una u otra manera, provocan malestar, dolor o sufrimiento a quien los cultiva. E igualmente puede aligerar el tóxico lastre que comportan emociones como la ira, la rabia, el miedo o la desesperación.

La manzana, pues, será una poderosa aliada para quien desee reconectar con su esencia (luz, amor), para quien desee librarse de aquello que le sobra y perjudica, permitiéndole adquirir una percepción más real de las cosas y facultándole para vivir la vida más plenamente, sin estorbos innecesarios.

Sin esas capas de cebolla que conforman el ego y que nos impiden brillar con todo nuestro esplendor.

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