¿Realmente hace falta invertir mucho dinero para vivir saludablemente?

Actualmente, y desde hace ya muchos años, proliferan en el mercado de la salud y el bienestar toda una serie de aparatos de última generación para cuidarse, sofisticados complementos dietéticos, depuradores de agua con tecnología de la NASA... muchos de ellos a elevados precios (cuando no, exorbitantes). Y quienes los venden nos aseguran que los necesitamos, casi que son indispensables para nuestra armonía, para curarnos, para eliminar toxinas, o para lo que sea; y lo argumentan con toda una serie de estudios científicos que muchas veces están sufragados o patrocinados por las propias marcas a las que pertenecen dichos productos. Ah, y hay gente que los compra... a pesar de la crisis.

Aquí, en este tema, hay mucho que rascar...

Yo, no sé si ingenuamente, pero me pregunto:

  • ¿Por qué comprar un bote tipo complemento dietético con un popurrí en polvo de más de 100 ingredientes ecológicos (ya puestos, podrían haberlo elaborado con 1000) que vale más de 60€ el quilo cuando por ese precio puedes llenar un carro de la compra hasta arriba con alimentos igualmente ecológicos pero vivos y frescos? ¿Es que ahora resulta que los preparados de un laboratorio son capaces de superar a los frutos que da la Madre Naturaleza y yo no me he enterado?
  • ¿Por qué invertir en un sofisticado colchón de más de 2500€ con cerámicas que supuestamente generan infrarrojos e iones (pero que al mismo tiempo contiene otras fibras sintéticas derivadas del petróleo que desequilibran los iones, pero eso no lo dice la publicidad) cuando, si lo que buscas es un colchón 100% saludable y natural, un futón de algodón y lino 100% hecho a mano (incluso por encargo a una modista o costurera), por poner un ejemplo, te puede costar menos de 300€?
  • ¿Por qué pagar 1500€ por una extractora de jugos-centrifugadora de cerámicas antioxidantes cuando te puedes comprar una licuadora de 50€ y ponerle el zumo de medio limón en el recipiente colector, antes de hacer el licuado, para que éste no se oxide? O, simplemente, comer la fruta bien masticada (más barato, y más sano, todavía).
  • ¿O por qué pagar más de 6000€ por una sauna fotónica que te mete una radiación calorífica fraccionada y no natural (no de espectro completo, como la del Sol) en el núcleo de las células (con lo que eso puede suponer a largo plazo) cuando puedes tener toda una señora sauna de madera, como las de toda la vida, o como las que usan los finlandeses desde hace cientos de años, en tu baño o en un pequeño cuarto por menos de 1000€? O incluso una ducha-baño turco por menos de 500€.
  • Y de esos depuradores de agua electrónicos, con pantalla, músiquita, control de pH, que te dicen los comerciales que los venden que están en todos los hospitales de Japón (aunque me parece, si no me equivoco, que en todos los hospitales de Japón también hay aparatos de rayos X, medicamentos... o sea, que no por venir algo de Japón, y no por estar en todos los hospitales -lo dudo mucho, a decir verdad- ya tiene que ser la repanocha e incuestionable) y que cuestan un riñón (el que te prometen salvar si bebes el agua que producen)... mejor no hablo.
En fin... que ejemplos de este tipo podría poneros a decenas. Y todos estos casos que os comento, así como otros tantos que os podría comentar, los conozco de primera mano, porque amigos míos o alumnos de mis cursos, que han terminado sucumbiendo ante el estudiadísimo márquetin de estas empresas, me los han enseñado, y los he probado. Personas que a veces se han endeudado, quizá porque tenían serios problemas de salud, o porque simplemente les apetecía cuidarse comprando lo mejor... y al final, lamentablemente, no han caído en la cuenta de que lo más barato es, siempre, mirar de frente a la Madre Naturaleza... y abrazarla.

Así pues, contestando a la pregunta que da título a este artículo:

No, claro que no hace falta invertir mucho dinero para vivir saludablemente. Por supuesto que no. La vida nunca le va a apretar las tuercas, ni le va a exigir grandes sacrificios o inversiones, a toda aquella persona que, desde la sencillez y la humildad, busque sentirse mejor o disfrutar de mayor salud y bienestar.

La Madre Naturaleza está ahí, a nuestra disposición, cuidando de nosotros, sus hijos, con amor y con sabiduría. Y tal como haría una madre amorosa con sus hijos, exactamente igual, su único interés es darnos en cada momento lo mejor de sí misma.

Doy fe de ello.

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