Cómo evitar la gripe invernal

Como he comentado en múltiples ocasiones, todas las enfermedades poseen un componente físico-orgánico y otro psicoemocional, aunque es el psicoemocional el plano del que parte todo.

Al virus de la gripe estacional se ve expuesta, prácticamente, toda la población. Sin embargo, no todo el mundo desarrolla la enfermedad. Esto es debido a que no todo el mundo posee, en un momento dado, un sistema inmunitario suficientemente potente y resistente como para poner al virus fuera de combate. Y el que el sistema inmunitario esté fuerte depende, esencialmente, de la actitud que desarrolla el individuo en cada momento. Es decir, ya sea que esa actitud esté marcada por la debilidad (miedo, ira, resentimiento, celos, etc.) o por la fuerza interior (comprensión, tolerancia, cariño, confianza, asertividad, etc.).

A tenor de mi experiencia, observada en gran número de personas, los factores físico-orgánicos que debilitan el sistema inmunitario en las fechas navideñas, son varios y bien definidos: las comidas copiosas en las que predominan combinaciones alimenticias altamente antagónicas (por ejemplo: almidones junto con distintos tipos de proteínas en una misma comida), el abuso de dulces refinados y el alcohol.

Esta forma de comer poco equilibrada fomenta las digestiones pesadas, en las que tienen lugar fermentaciones, que, a su vez, dan lugar a toxinas. Las cuales, al entrar en el interior de la célula, la dañan, la debilitan y perturban su correcto funcionamiento. Además, el que el aparato excretor se vea sobrepasado en sus funciones de eliminación residual, debido precisamente a ese exceso de toxinas, favorece que el cuerpo tenga que recurrir a vías de eliminación alternativas, como los pulmones, generando un incremento de la mucosidad.

Así pues, la mejor forma de evitar el caos y posterior colapso orgánico sería tratando de que esas comidas o cenas estén presididas por la moderación en todas sus formas, evitando grandes cantidades y mezclas antagónicas. Y, por otro lado, recurrir a determinadas prácticas compensatorias, como tomar caldos desintoxicantes de verduras, fruta en el desayuno, ensaladas acompañando las comidas del mediodía, infusiones depurativas, jengibre, cebolla, y, si es factible, saunas e irrigaciones del colon. Porque aunque es cierto que no es más limpio quien más limpia sino quien menos ensucia, si ensuciamos, habrá que limpiar.

En relación con la psicosomática de los síntomas de la gripe, y nuevamente en función de mi experiencia observada, sería justo decir lo siguiente:
  • La fiebre surge de la ira o de la rabia no expresada (que uno se traga), es decir, lo que nos calienta (enfada, irrita) y no sacamos hacia fuera.
  • La mucosidad tiene que ver con la dificultad para deshacernos de lo que nos sobra (fundamentalmente, de conflictos que manifestamos hacia los demás; y, en particular, hacia personas con las que tenemos una relación de proximidad). También tiene mucho que ver con la falta de fluidez, es decir, con una exceso de viscosidad (estar espeso).
  • La tos (o los estornudos) tiene una lectura muy parecida a la mucosidad. Es una invitación a expulsar, a deshacernos, de esas actitudes contraproducentes que tenemos a veces con los demás. Y también es una llamada de atención, una forma de decirle a los demás: Aquí estoy, Soy importante, Quiero que me tengas en cuenta, Quiero que me hagas caso.
  • Si la tos va acompañada de carraspera, simboliza esas cosas que queríamos decir y no dijimos por miedo.
  • Si hay problemas digestivos, representan aquellas situaciones que no hemos digerido bien.
  • Los vómitos (si los hay) hablan de esas situaciones que no podíamos ni digerir, es decir, que nos resultaron insoportables o inasumibles.
  • Los dolores musculares simbolizan esas situaciones que nos han hecho daño, que nos han dolido. Y si hay dolor de cabeza es porque le hemos dado demasiadas vueltas a temas dañinos, a cuestiones que constituyen para nosotros un auténtico quebradero de cabeza.
  • La debilidad física pone de relieve la debilidad interior del individuo (en situaciones que le sobrepasan y ante las que pierde el control).
  • La falta de apetito pone de relieve una falta de motivación, una pérdida de chispa, de alegría y de humor.
  • Si predomina la sensación de frío, ya sea generalizada o localizada en zonas periféricas (como las extremidades), delatará que a la persona afectada le falta calidez (abrir el corazón y manifestar hacia el exterior lo que éste contiene).
  • Si hay dificultad para respirar (disnea) será porque existen situaciones que nos ahogan, o personas a nuestro alrededor que no nos dejan ni respirar.
  • Si hay dolor de garganta será porque hay cosas que no hemos dicho y que nos duelen.
  • Si ese dolor de garganta es al tragar, simbolizará las situaciones que nos hemos tragado (a duras penas) y que nos duelen.
  • La congestión nasal revela que hay bloqueos emocionales y situaciones que nos tocan las narices (que nos enfadan o irritan).
  • Si hay problemas de oído será porque hemos oído cosas que nos han dolido o porque no hemos desarrollado lo suficiente nuestra capacidad para escuchar.
  • Si hay epiforia (lagrimeo) es porque hemos vivido situaciones que nos han afligido pero en las que no nos hemos permitido llorar.
  • El dolor retroocular habla de cosas que hemos visto que nos duelen y que no soportamos.
Con todo esto, podéis haceros una idea de lo que haría falta potenciar para evitar estos síntomas:
  • Expresar lo que llevamos dentro, sacarlo hacia fuera.
  • Tener muy presente que dos no discuten si uno no quiere.
  • Sustituir frialdad con los demás por calidez (cariño, ternura).
  • Sustituir aspereza por suavidad en el trato.
  • Decir lo que pensamos de forma asertiva (sin agresividad y sin avasallar).
  • Para digerir bien una situación, conviene masticarla suficientemente (simplificarla).
  • Desahogarnos.
  • Ver la realidad y a las personas con ojos amables (afecto, empatía).
  • Ser capaz de escuchar y de perdonar.
  • Desarrollar la fuerza tiene mucho que ver con nuestra capacidad para colocarnos y mantenernos en nuestro sitio (armonía, equilibrio, serenidad, confianza), independientemente de las circunstancias que nos rodeen en cada momento.
  • Elevar y cultivar la autoestima (tratarnos a nosotros mismos con amor).

Comentarios