La faceta psicosomática de la fibromialgia


Cada época tiene sus enfermedades, y la que hoy nos ocupa es una de las que caracteriza los tiempos modernos. Una afección que afecta a mujeres, sobre todo, y que se caracteriza por dolores musculares y óseos por todo el cuerpo. Dolores que suelen atenuarse en determinados momentos, pero que no llegan a desaparecer, y que pueden condicionar en gran medida la vida de quien la padece.

En esta ocasión, me gustaría analizar la faceta psicosomática (que de ninguna manera pretende excluir su faceta física u orgánica) de esta enfermedad atendiendo a las frases que personas afectadas de fibromialgia utilizan frecuentemente para explicar lo que les sucede:
  • Me duele todo. La simbología implícita en esta frase, tan recurrente entre las afectadas, se cae por su propio peso: la persona ha llegado a un punto de hipersensibilidad (susceptibilidad) en el que un gran número de situaciones que derivan de su interacción con los demás resultan dolorosas (hirientes, humillantes, indignantes, etc.).
  • Incluso el menor roce (en la piel) me hace daño. Aquí también se pone de relieve esa susceptibilidad extrema de la que he hablado en el apartado anterior. Todos entendemos lo que significa tener roces con alguien, ¿no? Pues bien, en ciertas personas con fibromialgia incluso pequeños roces con los demás pueden llegar a vivirse de forma especialmente dolorosa.
  • Estoy cansada/agotada. Ese cansancio físico, acentuado y recurrente, delata un cansancio/agotamiento de determinadas situaciones, o de personas con las que se interactúa. Estoy cansada de que no me hagas caso. Estoy cansada de ti.
  • Me siento deprimida. La depresión alude a una experiencia en la que la persona siente su ánimo vencido ante unas circunstancias que no sabe cómo afrontar, y que le sobrepasan.
  • Me duele la cabeza. Lo que implica quebraderos de cabeza.
  • Se me olvidan las cosas. Desde el plano psicosomático la persona se ve obligada a vivir lo que debería ser capaz de trasladar al plano de la realidad, es decir: olvidar (muchas veces, perdonar) esas cosas que causan dolor, en vez de alimentarlas con pensamientos recurrentes u obsesivos, los cuales crean a su vez resentimiento y resquemor.
  • Tengo ansiedad. La persona ansía: bien ser ella misma (expresarse conforme a su propia idiosoncrasia), bien hacer cosas que no se permite hacer.
Las personas afectadas de fibromialgia con las que he tenido ocasión de hablar han sido todas mujeres, y cada una de ellas experimenta de forma bastante notable el sentimiento de no sentirse suficientemente amada, atendida, gratificada o reconocida por el entorno familiar, filial (hijos), laboral o de pareja. En casi todas ellas existen grandes heridas abiertas (del pasado), situaciones muy dolorosas que no fueron sanadas y que les dejaron un poso amargo. Todo esto despertó en ellas una predisposición especial al dolor, una hipersensibilidad (susceptibilidad) en la interacción con los demás y un marcado sentimiento de sentirse sobrepasadas por unas circunstancias que no saben cómo encarar ni resolver. 

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