Un poco más de PNL: grandes verdades o verdades incuestionables.

A raíz de un artículo que escribí hace pocas semanas, he estado reflexionando mucho sobre la cuestión de hasta qué punto y de qué manera las frases que decimos a menudo van trazando las líneas de nuestro destino, de cómo nuestras palabras nos empeñan, ya sea de un modo favorable o desfavorable para nosotros mismos. 

El del programa neurolingüístico que tenemos cada uno de nosotros en la cabeza es un asunto que da de sí enormemente, y que difícilmente podría ser abordado como merece en un solo artículo, por eso preveo que serán varios más los que iré escribiendo en lo sucesivo.

Bien, ahora imaginemos que yo estoy dando una conferencia y basándome en determinados estudios científicos digo algo como esto: Los teléfonos móviles emiten una radiación de ondas de alta energía (microondas) capaces de alterar la información (ADN) que contiene el núcleo de las células, por lo que una exposición reiterada a dichas radiaciones podría propiciar la aparición de un tumor cerebral a largo plazo.

Si yo digo esto, sin darme cuenta, le estoy dando una orden a mi cerebro (al subconsciente, concretamente): que cada vez que yo hable por el móvil se va a activar en mí una predisposición a sufrir un tumor cerebral.

Sin embargo, en los estudios con ratones, aunque la exposición a las microondas multiplica notablemente el riesgo de padecer cánceres y tumores, también es cierto que no todos y cada uno de los ratones estudiados terminan desarrollando estas patologías. Siempre se salvan algunos. Como también es cierto que cuando se produjo el desastre de Chernobil, no todos y cada uno de los residentes de poblaciones cercanas desarrollaron cáncer. Sí una mayoría, pero no todos (seguramente, no todos ellos tenían el mismo nivel de conflictos internos; y son los conflictos, por encima de otros factores físicos u orgánicos, el origen de todas las patologías).

Ahora supongamos que, más allá de los experimentos científicos que apuntan hacia la peligrosidad de la exposición a la radiación de microondas, yo digo algo como esto: La exposición a las microondas aporta salud a mi organismo, y hablar por el teléfono móvil es saludable. Pues el caso es que mi mente consciente puede pensar que eso quizá sea incierto (incluso que es un disparate), pero mi subconsciente, simplemente, lo dará por válido. Porque el subconsciente no piensa ni valora, sólo toma nota; y toma nota literalmente de todo aquello que decimos. Especialmente, lo que se expresa acompañado de una carga emocional.

Lo que trato de decir es que con la mejor intención uno puede hacer afirmaciones categóricas cargadas de razón pero que a la larga se vuelvan contra nosotros. Por ejemplo:

- Dormir con el cabezal de la cama al sur dificulta el sueño. Por tanto, cada vez que duermas con el cabezal orientado en esa dirección, tenderás a dormir mal.

- La Coca-Cola es un gran veneno que desequilibra enormemente el organismo. Por tanto, no será de extrañar que te siente mal si la tomas, aunque sea un par de vasos ocasionalmente.

- Mezclar proteínas e hidratos de carbono engorda. Así pues, si mezclas en una comida ambos, dicha comida te engordará.

- No soporto la mala educación en las personas. Lo que significa que si estás delante de una persona que se comporta groseramente, te costará soportarlo, y, por de pronto, te sentirás muy incómodo.

En todas estas situaciones hay algo que conviene tener muy claro: ES MUCHO MÁS IMPORTANTE LA ORDEN QUE LE DAMOS A NUESTRO SUBCONSCIENTE RESPECTO DE CÓMO VIVIR UNA DETERMINADA SITUACIÓN, ACCIÓN O DECISIÓN QUE LO INTRÍNSECAMENTE DAÑINA QUE SEA DICHA SITUACIÓN, ACCIÓN O  DECISIÓN.

Por tanto, lo que va marcando la pauta de nuestras vidas, de cómo vivimos cada situación que experimentamos, viene dado por la información que tenemos registrada en nuestro subconsciente.

Si fuéramos capaces de decirlo con absoluta convicción, nos beneficiaría mucho más cambiar las afirmaciones anteriores por otras del tipo:

- Siempre disfruto de un sueño profundo y reparador (independientemente de la orientación de la cama).

- Todo lo que como y bebo me sienta estupendamente (aunque tomes Coca-Cola ocasionalmente, y aunque mezcles proteínas con hidratos de carbono).

- Soy muy tolerante con los demás (lo que implicará que podrás soportar mucho mejor estar en presencia de una persona grosera, o, por lo menos, no sentirte muy incómodo).

Desde luego, cada vez comprendo mejor eso de que los grandes sabios pasan por ser personas muy calladitas, o que miden mucho sus palabras.

A fin de cuentas, por la boca muere el pez.

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