Cómo actúan las esencias florales. Un caso real.

Cuando se habla de esencias florales a menudo se piensa en las Flores de Bach. Seguramente, porque son las más conocidas de todas. Sin embargo, existen otras muchas, como las de California, las del Mediterráneo, las de Escocia, las orquídeas...

Las esencias florales no actúan químicamente sino de manera energética o vibracional, tal como podría hacerlo la música o la luz del Sol para quien esté deprimido, por ejemplo.

Si una persona sufre de artrosis debido a su rigidez de carácter, las esencias florales le ayudarán a mejorar o corregir esa faceta inarmónica de su ser, y dado que la enfermedad es en esencia la materialización de un conflicto no resuelto (originado en el plano psicoemocional), las esencias florales, de una manera indirecta, también tenderán a corregir la patología.

Hoy os hablaré de un caso del que me hice cargo: el de Carmen (utilizaré este pseudónimo para preservar su verdadera identidad).

Carmen era una persona muy crítica con los demás y autoexigente, de ideas fijas, rígida en su forma de ver el mundo, y aunque muy educada y encantadora, azotada por un serio conflicto con su hija adolescente, de catorce años. Asimismo, padecía de artrosis, pese a contar sólo treinta y siete años de edad.

Cuando vino a visitarme, en un momento dado, como complemento a mis recomendaciones alimenticias, le sugerí tomar flores de Bach. Yo había recortado de un catálogo las fotos de los 38 frasquitos que contenían las 38 esencias florales, colocando ante ella esas fotos pero mirando hacia abajo. Luego le pedí que se relajara un poco, que respirase conscientemente y que a continuación eligiera una de las fotos (obviamente, sin saber a qué esencia correspondía). ¿Y a que no sabéis cuál eligió? Pues Beech (Haya -árbol-, en español).

Mirad lo que pone en una de las mejores páginas que conozco sobre esencias florales acerca de Beech:

Como el árbol, que ocupa un gran espacio y su tupido follaje no permite el normal desarrollo de otras especies a su alrededor ni del pasto a sus pies, esta es la flor para quienes son desconsiderados con sus semejantes, criticando sus defectos, abriendo juicios duros sobre su modo de pensar, de actuar o de hablar.

Se trata de personas que permanentemente están viendo lo que otros hacen mal y haciéndoselos notar a cada instante, en lugar de ver los aspectos positivos o las virtudes que pueden tener. Soportan mal a aquellos que consideran que se comportan tontamente o no son inteligentes, por lo cual se vuelven intolerantes y fastidiosos. Los hábitos de otros les resultan insoportables y aunque en algunas ocasiones no lo demuestren y parezcan pacientes, guardan tanta irritabilidad en su interior que a menudo son consumidos por ella.

A las personas del tipo Beech, les resulta casi imposible entender que no todos poseemos el mismo nivel evolutivo o las mismas ventajas en la vida. Suelen tener mal humor y ser refunfuñones, pero curiosamente, la mayoría de las veces, lo que critican y que los pone fuera de sí, no guarda proporción con la real importancia de los hechos, que suele ser muy escasa. Por lo general se los ve pedantes e inflexibles, no en vano se los califica dentro de la catergoría de personalidades dominantes.

Como el árbol que desarrolla un tupido follaje para proteger su débil tronco de la luz del sol, las personas en estado Beech ocupan un gran espacio con sus permanentes críticas, pero no pueden evitar la debilidad interior, la falta de fuerza para comprender que lo que juzgan o no soportan son los mismos temores que llevan dentro de sí mismos. Se limitan a desempeñar el rol de jueces que condenan los errores de los otros, tornándose inflexibles y rígidos.

Beech ayuda a encontrar comprensión, indulgencia y tolerancia para entender que otras personas pueden vivir a través de su propio sistema de ideales y de acuerdo a el podrá ir buscando su propia perfección.

Nos muestra que cada ser, por pequeño que sea, hace su aporte al gran Todo, a la Unidad completa. Cuando encontramos la Unidad, el entorno se transforma en algo armónico; desaparecen los límites que nos impone el apartarnos de otros, comenzando a integrarnos al entrono y a no sentirnos aislados.

Esta floral nos permite abrir nuestro corazón y conectarnos con los demás a través del afecto, disolviendo las corazas y el bloqueos de nuestros sentimientos. amorosos. Comprendiendo que no debemos juzgar si no deseamos ser juzgados. Por tanto ayuda a transformar la crítica en un diagnóstico que ayude a construír en vez de destruír, para ver la verdad de nuestra esencia, para poder orientarnos con claridad en nuestras actitudes diarias.

Cuando Beech aparece en estado transformado, es el gran maestro. Desde el crecimiento de su propia alma, adquiere la capacidad de orientar a otros, de enseñarles a ver y a vivir guiándose por su propia sabiduría. Porque al transformarnos en seres tolerantes, comenzamos a aceptar a las personas tal cual son, y comprendemos que cada ser es único e irrepetible, lo cual nos permite ver el aspecto positivo y la belleza en cada uno de nuestros semejantes.

Beech desarrolla nuestra autoridad interior, nuestro padre interno, haciendo que irradiemos Luz hacia quienes nos rodean, enseñándoles a través de nuestra sabiduría en el proceder diario, a que cada uno de ellos también pueda encontrar su propia autoridad dentro de sí y pueda discernir el camino de la verdad, para ayudarlo a confiar en sus decisiones y alcanzar sus objetivos de vida con amor, paciencia pero por sobre todas las cosas con inmensa fe.

Curioso, ¿no?

Es evidente que Carmen había elegido, por pura afinidad vibracional, las esencias florales que más necesitaba su persona en ese momento de su vida.

Comoquiera que fuese, comenzó a tomarlas. Y la que sigue a continuación, resumida, es la cronología de los hechos acontecidos en su proceso:

- A las dos semanas de haber comenzado a tomarlas me llama Carmen por teléfono y me dice que se ha dado cuenta de que, por algún motivo, ya no le molesta tanto ver la habitación desastrada de su hija (algo que criticaba constantemente). Cosa que le llama la atención.

- A las tres semanas me escribe un correo comentándome que su hija le ha dicho que le nota algo cambiada (sin dar más explicaciones).

- Después de cinco semanas Carmen me llama para decirme que se encontraba mejor de su artrosis y si las flores podrían tener que ver. Yo le digo que la alimentación está haciendo su gran papel, pero que las flores, seguro, también están contribuyendo.

- Después de dos meses Carmen me comenta por teléfono, muy emocionada, que su hija la ha abrazado. Cosa que nuca antes había hecho de motu proprio.

- Tras diez semanas Carmen me dice que se siente mucho más relajada y despreocupada por las cosas, y que su marido le ha dicho que la nota más cambiada y más dulce.

- Después de cuatro meses Carmen me reporta una gran mejoría en su artrosis, y en su estado general.

- Finalmente, después de seis meses, Carmen me comenta que la relación con su hija ha mejorado muchísimo, y que aunque discuten de vez en cuando, se trata de discusiones mucho más suaves y benignas, que a menudo terminan con besos y abrazos. También ha mejorado de forma espectacular su artrosis, por lo que alberga esperanzas de curarse completamente en los próximos meses. Además, ella se siente mucho mejor, en general, duerme mejor, está más tranquila, y siente que por alguna razón algo ha cambiado en ella. No sabe explicarlo bien. Son, sobre todo, comentarios muy positivos que le hacen los demás y que le animan a seguir adelante, conscientemente, con su proceso de aprendizaje y de evolución personal.

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