El otro día se me ocurrió este texto, el cual puede resultar un tanto revelador a la hora de plantearse la educación de un hijo.
Lo he titulado:
Dos amigas de mediana edad quedan para tomar algo en una terraza. Una de ellas, visiblemente apesadumbrada, comienza hablándole a la otra de su hija, una adolescente quinceañera.
Carmen: ¿Sabes lo que me ha hecho Paula?
Lucía: No, dime.
C: (Entre sollozos) Pues... el otro día me dijo... me dijo gritando que... me odiaba, y que en cuanto cumpliera los dieciocho se iría de casa, que no puede verme, y que está harta de mí.
L: Pero, ¿cómo es posible?
C: Pues... no lo entiendo. Yo... se lo he dado todo. Me he sacrificado mucho por ella. Le he pagado un buen colegio, le he comprado la mejor ropa, luego cumplió catorce y le regalé una moto, viajes cuando sacaba buenas notas. Ha vivido siempre como una princesa... y sin embargo... ahora...
L: Tal vez te hayas olvidado de darle lo más importante.
Lo he titulado:
LO MÁS IMPORTANTE
Dos amigas de mediana edad quedan para tomar algo en una terraza. Una de ellas, visiblemente apesadumbrada, comienza hablándole a la otra de su hija, una adolescente quinceañera.
Carmen: ¿Sabes lo que me ha hecho Paula?
Lucía: No, dime.
C: (Entre sollozos) Pues... el otro día me dijo... me dijo gritando que... me odiaba, y que en cuanto cumpliera los dieciocho se iría de casa, que no puede verme, y que está harta de mí.
L: Pero, ¿cómo es posible?
C: Pues... no lo entiendo. Yo... se lo he dado todo. Me he sacrificado mucho por ella. Le he pagado un buen colegio, le he comprado la mejor ropa, luego cumplió catorce y le regalé una moto, viajes cuando sacaba buenas notas. Ha vivido siempre como una princesa... y sin embargo... ahora...
L: Tal vez te hayas olvidado de darle lo más importante.
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