Reconstruir una casa

Imaginemos por un instante que una determinada persona dispone de una preciosa vivienda con una excelente memoria de calidades y con las mejores comodidades que se pueden comprar.

Cierto fin de semana, la referida persona se ausenta de la casa, momento en el que se produce un terremoto en la zona donde ésta se encuentra ubicada. Un hecho que provoca un incendio en la misma y que la deja, finalmente, medio destruida.

Sin embargo, el dueño del inmueble dispone de recursos más que suficientes para poder hacer frente al reto que se le presenta. Así pues, contratará a una brigada de operarios para que la limpie, a un grupo de albañiles para que la reconstruya y a otro de interioristas para que se encargue de la decoración, el mobiliario y los electrodomésticos. De ese modo, al amparo de este programa de rehabilitación, la vivienda quedará lista para ser nuevamente ocupada a corto plazo.

Ahora supongamos que sufrimos un accidente a través del cual nos rompemos un brazo. Aparte de la cirugía, ¿con qué otros recursos contamos para recomponerlo? ¿Hasta qué punto y de qué manera puede ayudarnos una alimentación adecuada?

Los alimentos naturales, integrales, vivos y ricos en nutrientes, exactamente igual que en el ejemplo de la vivienda, pueden ayudarnos sobremanera a reinstaurar la armonía que se perdió con el traumatismo. ¿Pero cómo?

Insisto, si, y sólo si, los alimentos son naturales, integrales, vivos y ricos en nutrientes podrán proporcionarnos todos los recursos que necesitemos para recomponer nuestro brazo. Pero para entender mejor cómo funciona todo esto, volvamos al ejemplo de la vivienda.

Si lo que pretendemos es reconstruirla después de un terremoto y posterior incendio, necesitaremos personal cualificado, materiales adecuados y las herramientas oportunas para usar esos materiales. Es decir, no sólo necesitaremos ladrillos sino recipientes donde mezclar el agua con el cemento y paletas con las que aplicar la masa resultante. No sólo necesitaremos tarimas de parqué sino sierras para cortarlas e instrumentos para fijarlas al suelo. No sólo necesitaremos pintura sino escurridores, rodillos, brochas… y plásticos para no manchar el suelo.

Sin embargo, ¿podríamos pretender reconstruir nuestra casa con ladrillos pero sin paletas para aplicarles cemento? ¿Y con parqué pero sin sierras para cortarlo? ¿Y con pintura pero sin rodillos ni brochas para extenderla?

Peor aún: imaginad el reconstruir la casa con ladrillos medio rotos, un parqué carcomido y una pintura caducada. ¿Podéis haceros una idea ahora de los resultados?

No menos importante sería la limpieza, es decir, contar con los productos e instrumentos adecuados y efectuarla conforme se fueran generando los residuos. Sobre todo, para que éstos no estorben ni perjudiquen en las tareas de reconstrucción.

Pero si de lo que hablamos es de nutrientes contenidos en alimentos y de la reconstrucción de un brazo roto, ¿cómo se corresponde eso con el ejemplo de la vivienda?

Si deseamos la regeneración de nuestro cuerpo o de una de sus partes ayudándonos de la alimentación, habremos de contar con una materia prima de calidad óptima. Dicho de otro modo: sólo los alimentos pueden regenerar el cuerpo, pero en ningún caso los comestibles.

Nos servirán, pues:

• Las frutas y verduras,
• los cereales integrales y otras semillas,
• superalimentos como el polen, la remolacha, la alfalfa germinada o la harina de algarroba (por ejemplo).

No nos servirán (antes bien, nos perjudicarán):

• Los cereales refinados (pan, arroz blancos),
• la bollería industrial,
• los lácteos,
• los precocinados o congelados,
• los cárnicos (sus nutrientes comportan una carga tóxica considerable, además de encontrarse degradados, en mayor o menor grado, como consecuencia de su inherente proceso de descomposición).

En suma: los alimentos naturales, integrales y preferiblemente vivos son los únicos que pueden proporcionarnos la diversidad de recursos (riqueza en nutrientes plásticos no degradados, como los aminoácidos), las herramientas para usarlos (enzimas y otros biocatalizadores), la energía para el proceso (azúcares sencillos, grasas de baja densidad molecular) y los productos para la limpieza (agua biológica, queladores, fibra, antirradicales libres, etc.).

Como veis, existe una gran similitud entre nuestro cuerpo y la casa que habitamos.

Asombrosa similitud.

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