Analogía entre las redes neuronales y las redes humanas



Me doy cuenta de que la mayor parte de nuestra sociedad se sigue organizando (después de miles de años de civilización) de una forma estratificada, estableciéndose a veces ciertas jerarquías antinaturales entre los seres humanos.

La esencia de lo que es una jerarquía podría definirse como: Yo soy superior a ti, Yo estoy por debajo de ti, o Yo mando y tú obedeces.

Por ejemplo:

- En un gobierno, el máximo poder lo detenta el presidente, luego el vicepresidente, luego los ministros...
- En un ejército, el capitán general manda sobre el coronel, el coronel sobre el teniente, el teniente sobre el sargento, el sargento sobre el cabo...
- En la Iglesia Católica el Papa tutela al cardenal, el cardenal tutela al obispo, el obispo tutela al diácono...
- En una empresa, el director general da instrucciones al director comercial, el director comercial al jefe de ventas, el jefe de ventas a los comerciales...

Incluso las estructuras sociales más avanzadas, como las democráticas, que permiten a los ciudadanos elegir a sus gobernantes, comportan, a menudo, conflictos. Principalmente, porque no todo el mundo sabe mandar (con justicia, con equidad, con dignidad), y porque a casi nadie le gusta que le manden; menos aún, cuando el que manda está deslegitimado moralmente (por ser corrupto, por ejemplo).

Para mí, el referente perfecto es la Naturaleza, y cuanto en ella se manifiesta de un modo espontáneo (no condicionado por el ser humano). Por consiguiente, si lo que pretendiéramos fuese organizar nuestra sociedad de un modo eficiente, justo y sostenible, para, por ejemplo, sustentarnos y evolucionar hacia un propósito común (el equilibrio, la armonía, la felicidad), ¿por qué no tomar como referencia a una estructura tan perfecta y potente como es el cerebro humano?

Si nos fijamos, el cerebro coordina las funciones que lleva a cabo el organismo, y además, piensa, calcula, procesa, analiza, concluye, determina, prevé... También, con el propósito de mantener el todo al que sirve, y de contribuir a su equilibrio, armonía y bienestar. Sin embargo, las neuronas del cerebro (individuos pensantes que conforman una sociedad organizada) no se vertebran jerárquicamente.

Éstas poseen su propia identidad e índole (como cualquier ser humano), y se pueden clasificar según:

- su forma y tamaño,
- su polaridad,
- las características de las neuritas,
- el mediador químico,
- la función que desempeñan.

Pero, insisto, las neuronas no se organizan jerárquicamente, es decir, no hay neuronas por encima de otras, ni más importantes que las demás, ni superiores o inferiores.

Las neuronas se organizan en red, y se relacionan entre sí mediante sinapsis (interconexiones), las cuales, a su vez, se establecen dependiendo de las necesidades de cada momento, el tipo de pensamiento o el aprendizaje (neuroplasticidad).

¿Y cómo puede trasladarse este modelo de organización a una escala social y humana?

En realidad, ya existen desde hace mucho tiempo distintos tipos de organización social análogos o parecidos a la organización de las neuronas en el cerebro. Por ejemplo:

- los gobiernos asamblearios (no hay un cabeza o presidente, la gerencia y la toma de decisiones la asume la propia asamblea),
- algunas cooperativas de trabajo (en las que, como su propio nombre indica, los trabajadores asociados co-operan los unos con los otros desarrollando funciones polivalentes y al margen de una estructura gradada),
- las plataformas reivindicativas (conformadas espontáneamente por ciudadanos afectados por un tema común que actúan en conjunto para ejercer presión sobre un gobierno o las autoridades)...

Pero quizá uno de los mejores ejemplos sea la propia red de Internet, ya que, a través de ésta, cada usuario puede:

- navegar y recabar información,
- también, crear contenidos y compartirlos;
- interactuar con otros usuarios, de forma individual (chat, videoconferencia) o colectiva (chat, red social, foro)...

...o desarrollar una estrategia de actuación común a la que se sumen cientos, miles o millones de personas.

Un claro ejemplo de esto último serían las revueltas que ahora mismo están teniendo lugar en Oriente Medio para derrocar a gobiernos/gobernantes tiránicos.

A través de Internet, los ciudadanos comparten sus inquietudes y sus propósitos, sugieren puntos de encuentro y estrategias de actuación, luego se propone la convocatoria, y finalmente es cuando se ejerce presión en las manifestaciones masivas.

Este fenómeno ha tenido tanto éxito, entre otras razones, porque por primera vez en la historia no hay un líder ni un cabeza visible. El líder y cabeza visible es el propio pueblo, es decir, todos y cada uno de los ciudadanos que participan y toman parte activa en estas manifestaciones. Todos ellos son iguales (trascienden sus diferencias e idiosincrasia individual). Y todos comparten un sentimiento de pertenencia a un grupo homogéneo que vibra con un mismo propósito y alzando una voz común. No hay jerarquías, nadie manda. Todos se encargan de informarse, de reenviar correos con las convocatorias, todos salen a la calle, todos se juegan la vida, todos muestran tenazmente su intención de no rendirse. Por eso, terminan venciendo (Egipto, Túnez...).

La Naturaleza conoce el principio universal de que La Unión hace la fuerza; y se aprovecha de ello.

Porque una sola neurona no podría hacer nada en nuestro cerebro. Ni dos, ni tres. Pero millones de ellas, todas juntas, son capaces de facultarnos increíbles capacidades, como establecer y regular múltiples funciones corporales, activar nuestras defensas si hace falta, liberar y ordenar nuestra mente a través de los sueños, recordar nuestro pasado, investigar y deducir el porqué de las cosas, experimentar y aprender de la realidad cotidiana, y crecer y desarrollarnos en cada momento de nuestras vidas.

Obviamente, de nosotros, los seres humanos, depende reproducir los viejos e ineficaces paradigmas o tomar como referencia, una vez más, aquéllos extraordinarios y eficientes que encarna la Naturaleza. Esos paradigmas que muchas personas en todo el mundo están poniendo en práctica, y cuyas trascendentales y maravillosas consecuencias están más allá de toda duda.

No hay más que abrir los ojos... y ver.

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