Labios agrietados y arrugas

En un artículo recentísimo os hablaba de la sangre ácida y su relación con el colesterol.

Efectivamente, cuando la sangre está ácida, es decir, si su pH baja de 7,2, y conforme se acerca a 6, el organismo fabrica colesterol para proteger los vasos sanguíneos. Pero también retiene y roba líquidos para rebajar esa acidosis.

Tengamos presente que somos agua en casi un 70%. Todos tenemos en la cabeza la idea de una célula como algo más o menos esférico. Pues bien, si las células mantienen su grado óptimo de hidratación mostrarán un aspecto esférico y turgente (como el de una uva), pero si el cuerpo les quita agua para compensar la acidosis de los líquidos corporales las células se arrugarán (como una pasa).

Por eso, el observar los labios de una persona, y en general su piel, arroja valiosa información acerca de su grado de salud, en general, y sobre su nivel de acidosis sanguínea, en particular.

Los labios y la piel de una persona con la sangre alcalina (estado óptimo) tendrían que mostrar un tono liso, cuando no, resplandeciente. Sin embargo, cuando la sangre está ácida o muy ácida, esto cambia, tornándose el aspecto seco y agrietado (en el caso de los labios) o arrugado (en el caso de la piel).



Lo cierto es que nos han educado en la idea de que conforme el ser humano se hace mayor el deterioro del cuerpo es inevitable, y que ese deterioro comporta, entre otras cosas, enfermedad y arrugas. Sin embargo, han existido pueblos y tribus, con estilos de vida particularmente saludables y armónicos en los que sus individuos conservaban la salud y la juventud hasta el momento de su fallecimiento, como los Hunzas o los Esenios.

Ambos bebían aguas de calidad (no del grifo), en sus dietas predominaban los vegetales crudos (frutas y verduras) y vivían en paz (consigo mismos y con sus semejantes).

En el referido artículo podréis encontrar claves para mejorar la calidad de vuestra sangre, y, con ella, la de vuestra piel.

Y es que no hay mejores cosméticos que los alimentos naturales, un aire puro, un agua de calidad, y, por descontado, una actitud mental positiva.

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