Una destacada autoridad sanitaria habla sobre los peligros de los transgénicos

¡Ojo!, que no lo dice un activista de Greenpeace (al que algunos podrían acusar de tendencioso) sino el jefe del Servicio de Alergología del Hospital Universitario Virgen Macarena de Sevilla, Pedro Guardia. Nada más y nada menos.

(Fuente: periódico 20 minutos).

Entre el 40 y el 50% de la población mundial sufrirá algún tipo de alergia a mediados de este siglo XXI como consecuencia del uso "cada vez más extendido" de alimentos modificados transgénicamente o de productos químicos "potenciadores de la madurez de frutas y verduras". También influirá el uso generalizado de antibióticos en animales y la propia contaminación ambiental de las ciudades, según alertó el jefe del Servicio de Alergología del Hospital Universitario Virgen Macarena de Sevilla, Pedro Guardia.

Guardia sostuvo que en el futuro la "mayoría" de estas alergias serán de tipo alimentario, tras advertir, en este sentido, que el 15% de todas las consultas al alergólogo en menores de edad "lo son ya por alergias a los alimentos" o que en el período de 1995 a 2005 las consultas por alergias a alimentos "como frutas, verduras o productos que contienen lactosa, huevo o maíz, se han duplicado".

Así, y a modo de ejemplo, este especialista explicó que en la actualidad cada vez es más frecuente que en los cultivos de frutas y verduras "se utilice mucho productos químicos que hacen madurar estos productos de forma artificial", una acción que provoca en el propio alimento "una reacción inmunológica de respuesta, generando unas proteínas de defensa que a la postre son las que el ser humano reconoce como un alergeno -sustancia extraña al organismo-".

En cuanto a la proliferación de los alimentos transgénicos, esto es, aquellos producidos a partir de un organismo modificado genéticamente, Guardia apostó por que el etiquetado de todos estos alimentos "recoja de forma clara y detallada su composición".

Mi conclusión: que la única manera razonable de evitar los peligros que entraña el consumo de productos transgénicos (máxime, teniendo en cuenta las deficiencias en el etiquetado de los mismos) es consumir productos ecológicos certificados. O, cuanto menos, tender hacia ellos.

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